Dos de cinco.

1.7K 254 74
                                    




Sizhui miró a su padre, en verdad lo miró.

Había un leve rastro es sus facciones que coincidía con el Wei Wuxian al que se había acostumbrado a ver cada mañana, pero que al mismo tiempo, parecían incongruentes en la imagen que Lan Sizhui tenía tan arraigada sobre él.

Eran iguales, tan iguales como distintos a la vez.

Quizá era el aura de personalidad que emanaba en ambos cuerpos o la sensación que causaban, pero ambas versiones, por mas que tuvieran algunas diferencias, lo hacían sentir en calma.

No sabía si era producto del modo supervivencia en el que estaba actualmente operando, pero con cada segundo que pasaba mirando a su padre, más descubría los parecidos que en realidad eran ambos. Sizhui no lo diría, no tenía permitido hacerlo, pero el alfa realmente anhelaba saber si alguien los reconocería como padre e hijo si se paraban juntos en algún lugar.

Deseaba saber si la sombra de su padre estaba puesta sobre él de tal manera que cada persona que los viera, fuera consciente de su vínculo.

En verdad ansiaba sentir el aroma de Wei Wuxian impregnándose a su ropa cada que decidiera salir de cacería nocturna como una forma de llevarlo con él, de cuidarlo, de quererlo…

En verdad, Lan Sizhui deseaba que alguien notara sus semejanzas y preguntara por ellas.


En su vida diaria la gente solía pensar que Lan Sizhui era hijo de Hanguan Jun, uno adoptado debido a la falta de pareja por parte del alfa Lan y por supuesto, debido al nulo parecido físico que tenía con su padre. Eran parecidos en cuanto a la forma de actuar, por supuesto esto no era merito alguno, la mayor parte de los miembros de Gusu Lan poseen esa semejanza en cuanto a forma de ser. También eran parecidos en habilidades, quizá eso si lo heredó.

Pero aun así, Hanguang Jun y él “no se parecían”

Sizhui no vio jamás la necesidad de desmentir aquel rumor. Su padre lo amaba y eso era suficiente para él, si la gente creía que no eran parientes consanguíneos, bueno, no era un problema mayor.

Cuando Wei Wuxian regresó, viviendo en el cuerpo de alguien tan ajeno a su vida, Lan Sizhui pensó que tampoco le importaba que la gente supiera que aquel era también su padre, después de todo, había recuperado el afecto del hombre que lo vio nacer y que con tanto amor lo había cuidado… Y de nuevo, era suficiente para él.

Al menos, eso pensó al inicio.



Cuan equivocado estaba.


Él era en sí mismo, una versión de Wei Wuxian tan idéntica como opuesta a la vez , y en verdad estaba deseoso porque la gente lo notara.


Ya que ya que era la primera vez que el mismo se daba cuenta de ello.


Porque esos ojos eran exactamente los mismos que los suyos, y esa sonrisa forzada en su boca –resultado seguramente de no saber como abordar el tema– era el reflejo exacto de la suya cuando debía hablar cordialmente con alguien que no conocía.

Eran iguales.

En los ojos del mismo color, en la curva de los labios, en la propia forma del rostro.

Eran iguales en los gestos, en la forma de amar, en como abordaban ciertos conflictos.

El Lan regresó su atención al rostro de Wei Wuxian. Su padre estaba frente a él, dando la sensación de ser uno de los conejos de Hanguang- Jun, a la espera, quieto y al mismo tiempo alerta; lo miraba con una duda tal en sus ojos, que Lan Sizhui se sintió acorralado e indefenso.


¿Qué mal podría hacerle a este hombre?


Pero por más que Sizhui quisiera y buscara deseoso responder a cada una de las preguntas de Wei Wuxian como un buen hijo lo haría, un pensamiento pesado que había estado jugando entre sus memorias y creencias, lastimando su mente, se lo impedía.

La persona que estaba frente a él, todavía no era su padre.

Si Sizhui recordaba bien, el momento en donde encontraron al líder Jiang y a su padre era el momento en el que, según el evento original, Jiang Wanyin era atrapado por los Wen.

Pero eso no había pasado, no con su intervención.

Y eso sonaba peligroso.

Por supuesto que Sizhui no deseaba en lo absoluto que las cosas se repitieran tal cual sucedieron la ultima vez. Lo ultimo que quería era repetir la tragedia.

Pero su padre, el Wei Wuxian en el cuerpo de Mo Xuan Yu, alguna vez les explicó lo significaba mover eventos en el pasado – en un hipotético caso de que fuera posible – y como el alterar el flujo de ellos significaba crear una realidad nueva.

Y ellos no querían causar una catástrofe peor a la original.



—Mayor Wei, yo no puedo explicarle nada, es probable que sepa el riego que eso conlleva y sinceramente, prefiero evitarle dolor innecesario.—Dijo finalmente Sizhui, sintiendo la garganta rasposa y un nudo en ella.

AGAIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora