Lo que Siyeon menos se esperaba al abrir la puerta de su casa es encontrarse a su amiga Yoohyeon con una niña de no más de tres años en su regazo que curiosamente se parecía mucho a su esposa.
-¿Quién es?-preguntó mirando a la pequeña castaña
-Unnie...
-No puedo creer que el único día que se me olvida el paraguas llueva-abrió la puerta de la casa y se quitó su zapatos antes de entrar-que conveniente
A pesar de sus quejas revisó el bulto que llevaba en sus brazos cubierto por la chaqueta que se había puesto el día de hoy.
-¿Te mojaste cielo?-preguntó retirando la prenda mojada del cuerpo de la menor
-Poquito-mostró una tierna sonrisa que hizo sonreír a la más alta
-En ese caso vamos a cambiarte para que no te vayas a enfermar-le dio un corto beso en la nariz
La rubia caminó con la pequeña en brazos hacia su cuarto para buscar algo de ropa para vestir a la menor mientras ignoraba que era ella la que se hallaba más empapada.
Luego de vestir a la más baja, Siyeon le preparó un chocolate caliente junto a un par de galletas dulces para que comiera mientras la rubia cambiaba su ropa mojada por algo seco y caliente.
-¿Están ricas las galletas cielo?-preguntó a la castaña que apenas estaba por su segunda galleta cuando la mayor ya se había cambiado y ahora secaba ligeramente su cabello con una toalla
-Mu ricas lobito-le respondió con la boca llena sacándole una sonrisa a la mayor
-Me alegro que te gusten cielo, después de todo son mi favoritas también-besó la frente de la pequeña mientras caminaba hacia la cocina por su taza de chocolate y otro par de galletas para sentarse junto a la niña
Ambas comían en un agradable silencio, apenas la castaña terminó de beber su chocolate Siyeon le pasó una servilleta por los labios limpiando los restos de comida que se quedaron en la boca de la más pequeña.
-Ve a lavarte los dientes mientras termino de comer-le pidió-así podemos ver la película que te prometí, ¿Si?
-Shi-respondió con una sonrisa adorable mientras se bajaba de su asiento e iba a cumplir con el pedido de la rubia
Pasaron alrededor de 5 minutos cuando la rubia finalmente había terminado con su merienda y ahora se hallaba lavando los utensilios que había utilizado. Luego de dejar organizado todo lo perteneciente a la cocina se dirigió a su cuarto donde la esperaba Bora para iniciar con la película que le había prometido.
Justo cuando iba llegando a la puerta de su cuarto fue detenida por un fuerte estornudo que la tomó por sorpresa y que de alguna forma pudo deducir que era lo que se avecinaba.
-Parece que no haber llevado paraguas me va a cobrar una buena factura-murmuró para si misma
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-Cielo...-estornudó-ya te lo dije...-de nuevo otro estornudo la interrumpió-estoy resfriada y no quiero contagiarte, por eso no puedo abrazarte
-No, quielo abrazo de lobito-ignoró lo dicho por la mayor y levantó sus brazos pidiendo que la cargara
-Esta vez no me convencerás cielo-limpió su nariz con un papel mientras trataba de continuar con su trabajo
-Abrazo-la pequeña trató por sus propios medios treparse sobre la rubia, pero esta se lo impidió-abrazo...
-Cielo ya te dije que...-estornudó fuertemente-ya te dije que no puedo
-Shi puedes-se quejó intentando de nuevo treparse sobre la mayor sin mayor resultado
-No Bora, no puedo-bebió un poco del té caliente que se había servido minutos antes-¿Por qué mejor no te pones a dibujar mientras terminó aquí para poder irnos a comer?
-¡No, Bboya no!-a la castaña no se le había escapado aquel detalle
-Esta bien, Bora no...-reprimió un nuevo estornudo-cariño, ¿puedes hacerme caso?
-Esito-exigió como condición para hacerle caso
-Que cabeza dura eres-se agachó a la altura de la menor y dio un rápido beso en su frente-¿Contenta? Ahora por favor hazme caso
-Eta bien-dijo con una sonrisa
La mayor rodó sus ojos ante lo caprichosa que llegaba a ser su pequeña castaña. Subió el cierre de la chaqueta que traía puesta, acomodó la bufanda que cubría su cuello y le dio un nuevo sorbo a su té para continuar con su trabajo en compañía de la pequeña niña que estaba sentada al frente suyo dibujando y tarareando lo que parecía ser una canción de la película que habían visto aquel día lluvioso en el que enfermó.