3. Yo te protegeré.

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Tal como cuando el efecto de la droga pasa, odiaba volver a mi realidad luego de haber estado con NaHee

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Tal como cuando el efecto de la droga pasa, odiaba volver a mi realidad luego de haber estado con NaHee.

Apenas abrí la puerta de casa de mi madre la podredumbre me recibió. El lugar era un caos; basura, platos sucios, botellas de licor y ropa por todos lados. Apreté los puños tratando de contener la respiración. Había bajado a hacerle la limpieza tan solo tres días atrás; una mujer que vive sola no podía causar tanto desorden.

Por cierto, ¿dónde estaba ella?

<<Con resaca>> me dije.

Justo en ese momento la corrediza de su habitación se deslizó y ella apareció. <<...O aún ebria seguramente>>

Llegué a esa conclusión porque se tambaleaba, además su cabello era un desastre esa mañana; pero no más que el lío de toda su existencia. Mamá parecía desarreglada todo el tiempo, y no podía pensar en un momento en que no lo hiciera. Su ropa siempre se hallaba sucia, pero rociaba eliminador de olor por las mañanas. Cree que el vodka con líquido suavizante de tela es un reemplazo digno de lavar la ropa.

—¿Qué? —hizo un mohín con la cabeza en cuanto me vio. —¿No tienes otra cosa mejor qué hacer que estar ahí parado?

<<¿En serio? ¿Ni siquiera un saludo como la gente decente?>>

Mordí el interior de mi mejilla hasta casi hacerme sangrar. Extrañaba a mamá sobria, hace tiempo que no la veía. A veces, como cuando era niño, cierro los ojos, recuerdo el sonido de su risa y la curva de sus labios cuando era feliz.

Me hice a un lado apenas ella dijo: "—Muévete." al dirigirse al baño.

Me arrepentí de inmediato por haber pasado a darle un vistazo. Tan fácil que habría sido solo seguir mi camino y subir las escaleras hacia mi pedazo habitado en la azotea. Pero no; aquí estaba, como siempre, haciendo el ridículo, sintiéndome un inútil y estorbándole el paso a la mujer que apenas había conseguido mantenerse en pie.

Luego de servirse un mísero vaso de agua que dejé a la mitad sobre la mesa, fui a abrir la nevera solo para mirar los estantes vacíos. Habían estado vacíos desde hace días.

Mis dedos se quedaron envueltos alrededor de la manija del refrigerador. Abrí y cerré, casi como esperando que la comida fuera a aparecer mágicamente para llenar mi estómago ruidoso. En ese instante, como el superhéroe que era, la puerta principal se abrió y mi hermano Geumjae entró sosteniendo bolsas de la compra en la mano, y agitando el agua de la lluvia de su chaqueta.

—¿Hambriento? —preguntó, dejando lo que traía sobre la mesa raída.

Geumjae era la única persona en la que alguna vez haya confiado, aparte de Ji NaHee. Parecíamos casi gemelos, excepto que él era más fuerte y más estable. Tenía un corte clásico, usaba ropa de marca y no tenía bolsas bajo sus ojos. Los únicos golpes que alguna vez aparecieron en su piel fueron del balón de baloncesto cuando jugaba en la secundaria.

A pesar de todo, Min Yoongi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora