El perfecto prototipo artificial

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CAPÍTULO DOS

Nae ese mismo día siguió el consejo de Hana y se cortó el flequillo. No perdería ninguna oportunidad de verse más guapa para su amado... Y es que para ella Jungkook era tan lindo, tan guapo, tan fornido, tan especial que no se lo podía sacar de la cabeza; ella no quería creer que le gustaba meramente por lo físico, pues la verdad era que disimuladamente siempre lo escuchaba hablar con sus amigos y siempre fue un caballero con todos, nunca le faltó el respeto a nadie y así mismo fue justo con todos. Era lo ideal, como un chico de novela y así mismo, ella debía ser la protagonista de su historia. Nae reconocía su atractivo y creía fielmente que se verían bien juntos.

Mientras que para Hana él no era más que un incógnito que se escondía tras una fachada. No sabía cómo explicarlo ni tenía las pruebas o fundamentos para argumentarlo, pero ese tipo no le daba buena espina. Algo en él lo delataba, pero parecía ser la única loca que se daba cuenta de eso. La manera en la que la observaba era distinta, tanto que le provocaba escalofríos recordar esos helados ojos sobre ella, ¿de dónde carajos Nae encontraba atractiva esa mirada de pez muerto? Carente de brillo y sinceridad. Cómo hablaba, cómo se relacionaba... todo le parecía una farsa a Hana, pero tampoco quería sonar como una envidiosa, pues no lo era, solo que tenía buen ojo para juzgar a las personas con verlas un tiempo.

Hana todavía podía recordar la única vez que cruzaron palabras. Y por supuesto, aquella vez no había desaprovechado la oportunidad para escupirle todo el veneno que pudo. Esto sucedió a mediados de septiembre, cuando por casualidad se habían encontrado en el gimnasio de la escuela una tarde. Él al ser uno de los mejores jugadores de su equipo de vóley —el mejor, de hecho— a veces se quedaba hasta tal hora practicando solo. Hana confiaba de no encontrárselo, pero precisamente en ese mismo día y a esa misma hora, cuando ella abrió las grandes puertas lo vio allí; con su frente ligeramente mojada por el sudor y una camisa sin mangas que dejaba al descubierto sus brazos gruesos. Estaba parado frente a una pared con un balón entre sus manos y ahora, mirándola con el ceño fruncido.

—Esto... —apenas y un sonido salió de los labios de la chica. Se sentía como una intrusa y más que avergonzada —Yo... eh, tengo que dejar estas cajas en el cuarto así que... —Hana se preguntó entonces por qué sonaba tan incómoda y nerviosa.

—¿Necesitas ayuda con eso? —Hana había ocultado su rostro detrás de las dos cajas grandes que llevaba en sus brazos, por lo que lo único que escuchaba eran los pasos de él acercándose.

—No. Estoy bien, por favor, continua con lo que estabas.

Hana pensó que se iría, pero en vez de eso la situación solo se tornó más incómoda.

El más alto largó un suspiro y dijo: —¿Segura? Pero es que ni siquiera se te ve la cara de tantas cajas que llevas —sonaba burlesco, pero de una manera muy sutil, por lo que Hana no pudo evitar rodar sus ojos, conteniendo el desagrado que ese tipo le causaba—. No tengas pena —entonces ella pensó que se veía ridícula escondiendo su cara tras un montón de cajas, como si de verdad, como él dijo, tuviera pena.

Se agachó, entonces y colocó las cajas en el suelo. La verdad es que sí podía sola, pues no tenía mala condición física y unas simples cajas medio vacías no eran problema.

En cuanto sus miradas se cruzaron el rostro de Hana no reflejaba más que molestia y poco a poco la sonrisa de Jeon se le borró.

—¿Lo haces de aposta o algo así? ¿Tu especialidad es incomodar a las personas? —cejas fruncidas y hombros tensos; Jungkook leyó el lenguaje corporal de la chica y dedujo que no él le caía bien, sorprendentemente, porque nadie se atrevía ni siquiera a mirarlo mal—. Escucha, prototipo, puedo sola, así que muévete de mi camino, no necesito tu falsa amabilidad.

ENTRE TÚ Y ELLA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora