Y lo que la deshonestidad dictará

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CAPÍTULO CUATRO

JUN HANA:

En cuanto me separé de Nae esta mañana no volví a hablarle ni a tener contacto con ella en lo que llevaba del día. No nos llamamos ni nos mensajeamos y pese a que estaba muy disgustada con ella, me seguía preocupando la situación. No pude ingresar a ninguna clase y me la pasé en enfermería, pensando en lo que estaba pasando. Mi amor por ella nos iba a costar la amistad. De alguna u otra forma, debía solucionar las cosas. Sostenía mi postura de disgusto hacia Jungkook, así que independientemente de mis sentimientos, la decisión de Nae me preocupaba, porque sea que terminen saliendo o no, me seguía causando celos e inseguridad la situación. Debía reconocer que asumía que no terminarían de pareja, precisamente porque lo que siempre se escuchaba de Jungkook era que no estaba interesado en tener novia.

Tal vez por los estudios, tal vez, porque ni siquiera le gustaban las chicas. Era un rumor muy común entre los estudiantes; siempre se le cuestionó su sexualidad al no presentar interés en las mujeres y así mismo, nunca haber tenido novia. Pero se resumía en eso, simples rumores, nada era factible y la gente tenía la lengua muy larga. A mi parecer el tipo solo era arisco y repelía el afecto de cualquier persona.

Una hora antes del receso, todavía me encontraba acostada en la camilla. Lo único interesante que había hecho era escribir y garabatear algunas cosas en un papel. Cosas que dejaban al descubierto mis sentimientos por Nae y que nunca sería capaz de decir en voz alta.

Largué un suspiro.

Justo ahora no me sentía bien, tenía ansiedad. Cuando se me metía la idea de ellos dos saliendo se me revolvía el estómago y tenía pequeños espasmos, así que cuando la enfermera salió para tomarse un café y descansar, aproveché y me levanté para tomar aire fresco en la ventana, porque sabía que tardaría bastante.

No había nadie en el patio, por lo que fue tan delicioso poder apoyarme en el marco y cerrar los ojos bajo el calor del sol sin importarme quién me viera. La brisa me arropaba, e incluso, cuando sentí que estaba por tener un micro sueño, el leve ruido de la puerta abriéndose me alertó.

Giré rápidamente hacía la dirección y me quedé muda cuando vi a la persona que entró. Por reflejó apreté el papel de garabatos en mi mano hasta arrugarlo totalmente. Carajo.

—Así que aquí estabas.

Mi gesto se tornó confundido. Segundos después todavía no sabía qué decir, al igual que él. No quería producir una sola palabra, solo quería irme de aquí. Su presencia ahora me causaba más malestar.

Decidí pasar de largo y esconderme en otro lugar, pero antes de siquiera pasar a su lado, volvió a hablar: —Los maestros preguntaron por ti, pero no creo que sea oportuno que sepan cómo te saltas las clases en enfermería, ¿cierto?

Ahora estaba varada en medio camino, justo frente a él. El vientre volvió a temblarme y tuve unas inmensas ganas de empujarlo de mi camino.

—¿Y a ti que te importa? —le hablé entre dientes y oprimí con fuerza la mano que traía el papel. Él se fijó en el ruido que había provocado mi acción.

—Bueno —empezó con un tonó inocente—, teniendo en cuenta de que ahora soy el representante del curso me parece que sí tiene que ver conmigo.

Me reí.

—¿Qué?

Pretendió estar confundido y se cubrió su boca.

—Oh, ¿Jun Hana no sabía? Hoy se elegían los representantes, creí que estabas al tanto del protocolo... Y también, creí que sería obvio que yo sería el más votado..., por ende, el representante.

ENTRE TÚ Y ELLA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora