𝙋𝘼𝙍𝙏𝙀 𝙄𝙄𝙄. 𝙇𝙖 𝙘𝙖𝙞𝙙𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙖𝙣𝙜𝙚𝙡 (𝟮)

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◟́𝐸𝑙 𝑑𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎 ◞̀

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◟́𝐸𝑙 𝑑𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎 ◞̀

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A Beomgyu lo invadía un sentimiento de extrañeza, había pasado por ese camino muchas veces en el pasado pero esta vez era diferente.

Sabía que visitaría la casa de su amigo muerto por primera vez desde entonces.

Youngeun por su parte, solo temía encontrarse a Bahiyyih. O al contrario.

Ella quería entrar a esa casa, Bahiyyih estuviera o no ahí.

Cuando llegaron el lugar era sombrío, plantada en un claro boscoso, rodeado de alargadas ramas y vegetación sin cuidar. El sol estaba empezando a caer.

Las sombras se veían espeluznantes, retorciéndose y susurrando. Beomgyu no recordaba que fuera así en el pasado.

El recordaba a un Kai jovial y más pequeño que él, corriendo por ese sendero, claro que Kai siempre tenía a su pequeña pulga siguiéndolo a todas partes.

La puerta estaba cerrada pero Youngeun aventó una piedra por un gran ventanal que conectaba a la sala, así les permitió entrar.

Por dentro era un desastre, uno vacío.

Cualquiera podía darse cuenta de la rapidez con la que la madre y los abuelos se fueron. Habían dejado un desastre y un vacío porque la casa los extrañaba.

Los pocos muebles estaban cubiertos de polvo y un solo cuadro se había dejado, uno familiar.

Beomgyu quiso entrar al cuarto de su amigo con las manos temblando pero la puerta estaba cerrada y no quiso forzar la puerta.

Pero el cuarto de Bahiyyih que estaba más adelante si estaba abierto.
No estaba limpio, pero tampoco era un vacío desastre.

La cama estaba hecha y muchas cosas faltaban.
El escritorio estaba en medio y Youngeun recordaba lo mucho que Bahiyyih lo limpiaba a un si el resto del cuarto estuviera patas arriba.

Cuando se acercó a él se dio cuenta de algo, bajo una madera de uno de los estantes estaba algo preciado.

El diario de Bahiyyih.

A veces la veía escribiendo en el, a veces lo encontraba en el sendero y cuando le preguntaba como había llegado ahí Bahiyyih se limitaba a contestar —No lo se, tal vez yo misma lo olvide. — Pero Bahiyyih también se veia confundida.

Cuando Youngeun lo abrió algo cayó, eran unas partituras.

-— ¿Y esto?

—Bahiyyih cantaba, ¿no lo sabias?

—- Una vez creí escucharla ... pero pensé estar soñando. Nos habían castigado y nos dejaron en un salón y yo tomé una siesta. Tal vez si era ella.

𝗟𝗮 𝗺𝘂𝘀𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗔𝗻𝗴𝗲𝗹 𝗖𝗮𝗶𝗱𝗼 - 𝘽𝙖𝙝𝙞𝙮𝙮𝙞𝙝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora