O2 | categorías.

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Con la llegada de nuevas tecnologías, en la vida de todo joven alfa, omega y beta llegaba el momento donde confirmaban la casta a la que pertenecían.

A la entrada de la escuela primaria se realizaba un estimativo, guiado en condiciones físicas y características psicológicas; bastante superficial ya que las vidas de los estudiantes todavía no se veía enormemente condicionada a la categoría en la cual pertenecían.
Y al final —aproximadamente— de la escuela secundaria se establecía formalmente la clasificación.

Muchas personas consideraban que revelar los resultados en las instituciones escolares era riesgoso, de mal gusto, que debía hacerse en privado y de ser posible cada alumno se enterara de su casta de manera individual.
Pero el gobierno argentino no tenía tiempo, ni presupuesto, ni interés en brindarle atención especial a cada uno de los habitantes del país.
Por lo que un chequeo anual en todos los colegios secundarios era la respuesta, el modelo funcionaba en los demás países de latinoamerica y de paso se quitaba un poco lo tabú a la hora de hablar de un aspecto tan importante en las vidas de los adolescentes pues sus próximas castas jugarían un papel esencial en sus vidas adultas.

Así que ahí estaban Lionel y Pablo, esperando por la llegada de su profesora con los respectivos documentos que confirmaban lo que todo el mundo sabía.
Aunque era una falta de educación asumir la casta de los demás.

○○○

Bien temprano en la mañana, marzo daba paso al comienzo lectivo a la vez que despedía el verano y le daba la bienvenida a los fríos días de otoño.
Ambos se sentaban al fondo, en una esquina, mientras que sus demás amigos lo hacían en los dos bancos que tenían enfrente y en un par más alrededor de ellos.

–Que tu vieja jamás deje de moverse al panadero– dijo uno de sus compañeros mientras se llevaba una factura a la boca.

–Que no se mueve al panadero la concha de tu madre bien puta– respondió Ayala ante el comentario de Walter.

Pablo se reía mientras tomaba un mate como desayuno, sentado a un lado suyo tenía a Román bebiendo simplemente agua intentando no quedarse dormido.
Casi no habían hablado en la mañana más que para intercambiar lugares un rato, así le brindaba una compañía más tranquila que su compañero fijo de banco –Martín Palermo– no le brindaba usualmente.

Sintió como lo jalaban del cabello por detrás, volteandose bruscamente.

–Pasame una medialuna– le pidió Lionel sin despegar la mirada de los distintos panes que tenía en su mesa.

–No– contestó mientras efectivamente le acercaba lo que le había pedido.

–Ah, sos graciosisimo vos– respondió.

No recibió más respuesta pues la profesora finalmente había entrado al aula, pidiendo que todos volvieran a sus lugares y guardarán silencio.
El de rulos se levantó al igual que Palermo para intercambiar asientos para estar en los que les correspondían.
Inmediatamente su compañero se sentó en el lugar correcto comenzó a encimarse encima de Riquelme, haciéndole cosquillas, pellizcandolo suavemente, diciendole alguna que otra boludez para que quitara esa cara de dormido y melancolía.

–¿Qué le pasa a Román?– preguntó en voz baja el mayor mientras esperaban la llegada de sus debidos resultados.

–Está nervioso seguramente– cebó el último mate del termo y se lo ofreció a su compañero.

–¿Por qué?, si es obvio que es un alfa– rechazó con su mano la bebida. –No, no, tómalo vos–

–¿Y qué te asegura que quiera serlo?– le respondió encogiendose de hombros y llevándose la bombilla a la boca.

dios que castigo | scaloni x aimar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora