Capitulo once

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El camino equivocado






—Isabella, creo que debemos llamar a Pan —Henry sugiere mientras yo observo los posibles caminos descartando los que ya comprobamos que son los equivocados.

—No vendrá, ahora déjame pensar.

El niño bufa.

—Isabella sabe —dice Sam aumentando, aún más, mi fe en mí misma.

Me paro frente al árbol del pensamiento y miro las direcciones que tomamos. A mí derecha está la playa. Detrás del árbol está la laguna de las sirenas. A mí izquierda está la jungla oscura, no fue buena idea ir por allí. Y al frente del árbol solo hay plantas, árboles y arbustos.

—Tal vez si vamos a la playa y nos metemos de nuevo a la jungla nos encontramos con la cascada, ya que ese fue nuestro recorrido antes de llegar a este árbol —razono pensando en todos los detalles que puedo reunir de esos momentos, ya es tarde y tengo sueño; así que mejor me apresuro o voy a dormirme en un árbol.

—Te lo dije —Sam le susurra a Henry, yo finjo no escucharlo.

—... Eso significa que debemos ir hacia allá —señalo mí derecha—, desde allí entrar de nuevo a la jungla y seguir el sonido de la cascada.

—¿Y desde la cascada? —el niño pregunta dudando de mi sentido de ubicación, qué descarado.

—Eso ya es territorio conocido para mí —admito con orgullo.

Ya vas a ver, Pan, que tal vez podré perderme un par de veces —o tal vez un par de miles— pero siempre voy a encontrar mi camino porque soy Isabella.











[...]

—¿Dudabas de mí, Henry? —digo cuando por fin escucho a personas saltando y aparentemente disfrutando de un bruto baile.

Muevo los arbustos y me encuentro con personas bailando como los perdidos…, pero no son los perdidos.

—Uhm, sí.

Pongo los ojos en blanco.

—Shh, regresen —susurro intentando regresar detrás de los arbustos antes de ser vista por las personas vestidas con vestidos extraños.

—Tienes que admitir tus errores, Isab…

Le cubro la boca con mis manos.

—Shh, jamás, pero cállate.

Espero unos segundos para comprobar si estamos a salvo. Los ruidos se detuvieron. Mi piel se eriza conforme los segundos pasan. Sam se mantiene quieto y observa su alrededor con cautela. Henry luce confundido.

Escucho hojas y ramas moverse detrás de mí. Los rostros de Henry y Sam me dicen que algo no está bien.

Demonios.

Siento un golpe en mi cabeza que me hace caer contra el suelo. Mis ojos pesan. No puedo mantenerme despierta mucho tiempo.

—Oh, no, Pan va a matarme —un nada valiente Sam murmura.

Y con eso, no me resisto más y me dejo caer en la inconsciencia.










[...]

Mis oídos comienzan a captar sonidos desconocidos, un idioma extraño, y un Sam asustado.

—... voy a morir, voy a morir, voy a morir

—Sam —intento calmarlo, y me retracto al instante en el que mi cabeza comienza arder—. Ugh, demonios.

—¿Isabella? ¿Estás bien? —su voz aturde mis oídos, entonces me quejo—. Por favor dime que estás bien.

Perdidos [Peter Pan] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora