Día siete: estrellas

601 47 12
                                    

Siempre le han gustado las estrellas no hay noche que salga de su departamento y las vea, brillando en lo alto del cielo, emitiendo ese resplandor tan único.

Las estrellas y la luna han sido testigo de todo lo que ha pasado y todo lo que ha sufrido. Pero, si algo hay que aprender y agradecer es que si no fuera por eso posiblemente no estaría afuera de su ahora hogar, con su hijo y su esposo.

Kyojuro ha tenido que pasar por mucho y cuando se habla de mucho incluye todo. Su embarazo fue difícil tenía un 5% de ser de alto riesgo porque su útero estaba muy pequeño para que el bebé creciera en el vientre, y, cuando le dijo la noticia a Akaza pensó que lo iba a rechazar sin embargo, el pelirosa se sorprendió. En primer lugar se tomó alrededor de una hora pensando seriamente en su habitación, completamente solo, mientras él rubio se preparaba psicológicamente para la respuesta.

Y cuando salió Soyama la respuesta fue un simple:

— Cuidaré de ambos.

Eso dio bandera verde, en la que creció dentro de el una felicidad inmensa. Tal vez la respuesta no era como el deseaba que fuera como comúnmente ve en las películas pero estaba satisfecho con eso. Su Omega saltaba de emoción. Keizo, Hakuji y Koyuki casi se desmayan por la noticia y Keizo tenía muy amenazado a su hijastro si este no aceptaba la responsabilidad. Hakuji, apesar de que intentaba aparentar una actitud neutral aún así los nervios y el miedo creció en el. Por otra parte Koyuki ya veía venir esa respuesta.

Esa noche no solo Akaza y Kyojuro se entregaron nuevamente, si no que el de cabellos flamas finalizando el acto salió de la casa de su novio y agradeció a las estrellas, en especial aquella que brillaba con más intensidad y que estaba seguro que era su madre que le deseaba la felicidad eterna desde lo más alto.

Rengoku no podía reprochar nada, en aquellos nueve meses aprendió cosas nuevas. Aprendió que a los alfas les afecta mucho el embarazo que hasta incluso ¡pueden tener los síntomas!, aprendió que su hijo era muy enojón y juguetón en las noches, la cocina y las manualidades se volvieron sus aliadas cada vez que Akaza salía de trabajo porque sí, Akaza tuvo que estudiar y trabajar al mismo tiempo.

Al Omega no le gustaba para nada tener que quedarse todo el día en casa y tampoco saber por medio de Hakuji que tenían un profesor suplente de historia que resulta ser omega y que, por lo tanto, se volvió muy posesivo con su alfa pues cuando Soyama llegaba por las noches siempre olía las camisas de su novio unas tres veces.

Desafortunadamente no tenían una casa propia más que el propio departamento de Kyojuro pero cada día ahorraban para cuando naciera su hijo viviera no en un departamento, en una casa grande y bonita.

Toda la familia reunida.

Koyuki realmente fue un apoyo importante, ella lo bañaba, le daba de comer, cocinaba su comida favorita, entendía a la perfección sus cambios de humor y siempre todos los días estaba al pendiente de el como el acompañarlo a las citas con el ginecólogo.

No se arrepentía de nada, incluso Mitsuri cada fin de semana lo iba a visitar y la ponía al tanto de todo parecían dos viejas chismosas.

— Gracias mamá — Sus ojos por un momento se humedecieron.

— Kyo — Limpió sus lágrimas al escuchar la voz gruesa y recién levantado de Akaza cerca de su oído.

— ¿Qué haces despierto a estas horas?—

— Lo mismo te pregunto yo — Alzó una ceja.

— Solo estoy feliz de tenerte a ti y a nuestro hijo — Lo agarró del rostro besando sus labios, Akaza lo sujetó de la nuca y profundizó el beso.

𝐀𝐤𝐚𝐑𝐞𝐧 𝐖𝐞𝐞𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora