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Fue casi en cámara lenta, Jeno había sido empujado contra el suelo mientras el rebelde saltaba ahora sobre Jaemin, el pelirrojo gruño alto mientras impactaba contra el suelo con el rebelde sobre él, rodaron juntos sobre el piso, Jaemin había sacado su navaja y había hecho un corte en el brazo del rebelde, en cambio, este enterró sus garras en el estómago del humano.

Fue ahí en donde Jeno salió de su shook, pero antes de que él pudiera levantarse para ayudar a Jaemin Mark salió del bar y corrió con un collar de electrochoque que le puso al rebelde en cuanto esté estuvo lo suficientemente distraído.

Mark arrastró al rebelde por el suelo mientras este se retorcía con cada descarga eléctrica por otro lado Jaemin estaba ahora sentado con una mano en su estómago y una mirada vacía mientras respiraba con demasiada fuerza.

Jeno se levantó y corrió hasta él pero Na se levantó por sí solo ignorándolo y caminó con pequeños quejidos detrás de Mark quien al verlo soltó al rebelde para revisarlo, Jaemin se dejó hacer.

Lee no estaba seguro de que debía hacer ahora, solo se limitó a tomar el rebelde del cuello y caminar con él hasta el auto donde importándole poco lo encerró en la cajuela y pateó el costado del auto, Mark llegó con Jaemin y lo sentó en el asiento trasero, el pelirrojo evitó su mirada durante todo el camino y se concentró en su herida.

Cuando llegaron a la casa Jeno ignoró el claro descontento de Jaemin y lo tomó en brazos para cargarlo hasta adentro gritando en el camino que llamaran a un doctor.

— Puedo caminar solo. — dijo Jaemin entre dientes pero Lee solo lo ignoró, sumido en sus pensamientos dejó a Na sobre la cama de su habitación y esperó al doctor, en cuanto éste llegó no tuvo tiempo de hablar, el hombre de cabellos blancos y piel arrugada lo paró al instante, al igual que Jaemin él también era un humano.

— Necesitaré que salga de aquí, tengo que desinfectar y cerrar la herida. — sabía a qué se refería, la sangre de Jaemin podría enloquecerlo y hacer que lo matara ahí mismo, o eso creía el doctor.

— Esta bien, avíseme cuando todo termine.

Cuando estuvo fuera de la habitación pudo ver a su madre, ella tenía esa mirada acusatoria que ponía cada vez que no cumplía con algo que ella quería o arruinaba las cosas. Jeno la ignoró y pasó de largo hasta su oficina en donde se encerró con un portazo y un grito frustrado.

Miró el tocadiscos en la esquina cerca del gran librero, el disco de Frédéric Chopin puesto en él y a tan solo un movimiento de que la música sonara.

El lugar se vió envuelto en la melodía de Prelude junto al incesante sonido de las cosas siendo estrelladas contra la pared o el piso, los gritos del vampiro siendo casi amortiguados por la música.

¿En qué pensó? su rápida solución, deshacerse de él, sacarlo de ese lugar lo más pronto posible, tal vez... mandarlo a otro lugar, más seguro, él no lo sabe.

Ya no sabe nada.

Las soluciones pasaron por su cabeza como una cinta cinematográfica a blanco y negro, ninguna de ellas le gustaba, porque en todas ellas tenía que separarlo de él.

Todo hubiera estado bien si Jaemin fuese vampiro, solo que no lo era... y Jeno estaba bien con que no lo fuera.

Jadeo frustrado por sus pensamientos contradictorios antes de volcar su escritorio boca abajo, ¿qué más podía hacer? ¿qué más debía hacer? tenerlo a su lado viviendo en medio de peligros en los que ambos podrían salir severamente perjudicados pero gozar de ese amor que sabe no morirá ni con el paso lento y tortuoso del tiempo.

Esa era su fantasía, un sueño que no es capaz de realizarse en esta realidad.

Su puerta fue tocada tres veces y él la abrió de un golpe encontrándose con el doctor que atendió a su pelirrojo.

— Él está bien, la herida no fue muy profunda pero necesita mucho reposo. — le explicó el hombre con voz calmada pero clara, Jeno asintió escuchándolo atento como un pequeño niño. — Tiene que cambiar sus vendas cada mañana y por la noche.

Lee asintió nuevamente y después de una despedida corta se dirigió a la habitación en la que Jaemin reposaba, cuando entró se encontró al pelirrojo acostado sobre la cama de espalda a él, su respiración era lenta y su pecho y espalda estaba cubierto por tan solo la venda, Jeno cerró la puerta detrás de él y se sentó en el borde de la cama.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Jaemin en un murmullo, bajo y ronco, un tono sin vida, muerto.

— Vine a ver como estabas. — contestó el mayor mientras su mirada recorría el cuerpo entero del menor.

— Vivo, por fuera, de eso estoy seguro.

— Jaem-

— ¿Qué haces aquí, Jeno? — preguntó de nuevo el pelirrojo, aún incapaz de darle la cara.

— Quería verte.

Jaemin rió bajo mientras su cabeza se hundía más en la almohada, suspiró tembloroso sintiendo aquel hostigante cosquilleo en sus manos y la opresión en su pecho.

— Haz visto todo de mí Jeno, no tengo nada más para tí. — contestó, el azabache se quedó en su lugar observando la espalda del menor viendo como su cintura subía y bajaba dejando notar su respiración calmada, ¿no tenía nada más para él? lo tenía todo y lo descubrió en tres noches, lo tenía todo y la perdió en una.

¿Que más podría querer él que no fuera Jaemin? tal vez seguridad, seguridad de saber que si estuvieran juntos nada malo le pasaría, no correría ningún peligro, no huiría de él al ver a todo lo que tenían que enfrentarse y Jeno lo haría, se enfrentaría a todo eso al lado de Jaemin pero solo con él, pero entonces, ¿qué hay de Jaemin? ¿él estaría dispuesto a luchar a su lado para mantenerse juntos? Porque en todo caso...

¿Que tenía él para darle a Jaemin?

— El doctor dice que necesitas reposo, te quedaras en cama durante dos noches y después puedes pasear por la casa, nuestro contrato se acaba, no quiero que vuelvas a cazar.

No iba a permitir que terminara herido en otra de sus cazas, de todas formas Jeno también saldría, ya tenían al rebelde, era hora de sacar información y luego... ocupar el puesto de líder oficialmente.

La risa sin gracia que Jaemin soltó no le gustó a Jeno. — Entonces puedo irme de aquí.

Jeno lo miró con el ceño fruncido. — ¿De qué hablas?

— Que no se te olvide Jeno... yo estaba aquí para ayudarte en tus cazas a cambio de comida, ropa y un techo. Ahora que el contrato está acabado puedo irme.

— No te estoy pidiendo que te vayas.

— Pero yo quiero hacerlo.

— Jaemin no puedes irte, tú... estás herido, necesitas reposo, yo puedo cuidarte.

El pelirrojo se giró a verlo con esos ojos ahora cansado y ese brillo casi extinto. — Me voy a ir.

— Me necesitas.

Jaemin dió una sonrisa ladeada antes de volver a su posición inicial y quedarse en completo silencio, Jeno lo miró por unos segundos antes de levantarse de un salto y salir de la habitación hecha una furia. 

Fetiche | NOMIN (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora