V

9 3 0
                                    

Entro a la que alguna vez fue mi casa y me sorprende encontrarla sumamente parecida, por no decir idéntica a lo que era. Cada cuadro, cada mueble, todo se ve reluciente y en su lugar. Lucia cierra la puerta una vez entro mis maletas sin decir una palabra más y me hace una seña para que la siga al living donde alrededor de una mesita de centro, dos sillones individuales se encuentran a sus costados, un sillón para tres personas está dándole la espalda a la puerta y una televisión cierra el círculo.


-Te eche de menos- dice lanzándose sobre mí con sus brazos alrededor de mi cuello mientras apoya su cabeza en mi pecho.


-Yo también te extrañe- digo sin siquiera pensármelo, y es verdad, por más feliz que fuese en Australia, aquí, con ella me siento realmente completo.


Ella se aparta de mí y me hace una seña para que nos sentemos juntos en el sofá grande, y al hacerlo, veo que en la mesita de centro té caliente con galletas están servidos. -No es mucho para un viaje tan largo, pero creo que es lo mejor para conversar- dice dándome una sonrisa tan sincera que me hace recordar a la Lucia de 6 años que reía cuando papá hacia muecas sobre la comida de mamá.


-¿Estas muy cansado del viaje? - Me pregunta y acto seguido se mete una galleta a la boca esperando mi respuesta.


-No mucho -miento- ayer pude descansar en un hotel en Santiago. Solo estoy un poco aturdido por el frio que hace acá, ya se me había olvidado cuan helado podía ser en pleno día de verano.


-Lo sé, aún es temprano... podemos ir a comprarte ropa nueva al centro comercial y aprovechar de almorzar allá. -dice mientras toma un sorbo de su taza de café.


-¿Centro comercial?- digo un tanto extrañado, y es que la última vez que vine hace tres años este lugar era igual de recóndito que como lo recordaba de cuando era un niño.


-Si, además necesitaras ropas nuevas y abrigadoras, ya que supongo que allá en Australia el calor probablemente evitaba que comprasen chalecos y suéteres.


Entonces me doy cuenta de la vestimenta de mi hermana y algo no me hace sentido... solo lleva una falda y una polera rosa con dibujos de gatitos. Y es que aunque dentro de la casa está claramente más confortable térmicamente que afuera, yo aún tengo un frio infernal pese a que estoy usando una chaqueta. - ¿No tienes frio? -pregunto de la nada.


-Nop... estoy acostumbrada -responde guiñándome un ojo. -Bueno; creo que será mejor que vallamos de compras cuanto antes; aprovecharemos de comprar algo más de comida y así nos podremos ir a la cama temprano para que mañana, una vez estés descansado de los vuelos, vallamos al centro de entrenamiento.


-¿Aquí también hay centros de entrenamientos? -pregunto boquiabierto, y es que desde que nos enteramos que se realizaran los juegos, todos los países tienen al menos un centro de entrenamientos para que potenciales tributos puedan aprender cosas de supervivencia o entrenar con armas. -Además, ¿no son demasiado caros?


-Oh, sí, hay al menos un centro de entrenamiento en cada región y si, son bastante costosos; pero en el caso de esta región, los hijos de militares tienen entrada liberada gratuita para entrenar, y pese a que nuestros padres murieron, aun somos beneficiados con el hecho de su servicio a su país. -responde dándome la espalda mientras busca las llaves que están colgadas justo frente a ella, pero parece no verlas.

Los Juegos Del Hambre I: Luis (Fanfic).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora