Joffrey Velaryon.

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¿Es sana la relación de la Luna y el Sol? Pálida orbita un planeta, solamente iluminada por el Sol que a su vez refleja su luz en ella. Tan necesaria para esta Tierra y tan a su vez prescinbile para el Sol, el cual jamás la alcanzará, al cual siquiera le interesa.

Mis pensamientos iban y venían, un mar de ideas que plasmaba en las hojas de papiro conforme la vela encima de la mesa se consumía. La biblioteca, únicamente iluminada por aquel fuego leve de la chimenea, la vela y la luz de la luna.

Escribía cuando no sabía qué hacer, cuando no sabía cómo procesar todo lo que ocurría a mi alrededor. Escribía por las mañanas, por las tardes y por las noches, pero hoy todo me estaba saliendo mal. El día después de lo ocurrido con Daeron me afectó psicológicamente más de lo que me habría gustado.

Aún podía sentir sus manos recorriéndome, sus colmillos clavados y la sangre de mi cuello siendo succionada. ¿Esto era un vampiro de verdad? Sigo sintiendo el miedo de anoche, uno que me impidió comer, que me borró el apetito y que me hizo sentirme amenazado en un castillo que se supone que es mi hogar. Lo dejó claro, yo iba a ser suyo.

Las consecuencias de aquel capricho suyo podían ser nefastas para esta familia, pero pareciera ser que no había cabezas pensantes aquí. Primero fue el abuelo, que tomó segunda esposa. Luego mi madre, que se enamoró de un humano. Después siguió Aegon, que públicamente humilló la casa. ¿Ahora Daeron? ¿Qué quedaba del prestigio de la casa Targaryen? Una panda de imbéciles que no dejaban de hacer el tonto. ¿Por qué mierdas a Daeron le gusto? Pensé que me veía como un niño pequeño.

Siempre me intentó proteger de todo, velaba por mí más que por mi propia madre. Pensé que era por la empatía de ser el hermano pequeño, juré que era por eso. Joder, hasta lo consideré mi tío favorito por un tiempo y ahora me venía con que quería casarse conmigo.

Todas las veces en las que entré a esta jodida biblioteca con la esperanza de encontrármelo, fingir que no sabía latín solo para tener un tiempo con él. En mi cabeza, Daeron solo me ayudaba por compasión.

Para mi, era un jodido crush platónico.

Claro que estoy cabreado, claro que la tinta de esta pluma que utilizo ahora crea solo fea caligrafía.

El estrés acabó donde constantemente terminan mis problemas, en el baño de mi cuarto, con dos pastillas que hice polvo y esnifé con la ayuda de la carcasa de un bolígrafo. Luego todo se volvió liviano. Ya no había familia desastre, ya no había amenazas en la escuela y ya no había unos sentimientos en mi pecho que florecían al ritmo de un cerezo en primavera.

Solo era yo, un cuarto que giraba y yo volando. Y volé, volé y volé hasta el día siguiente.

Los narcóticos se habían vuelto parte de mi vida desde los catorce años, más o menos. Pillé a mi padre tomarse unos para el dolor de espalda, sentí curiosidad y los probé. Entonces el dolor desapareció, todo se volvió sencillo.

Misma mesa, mismo comedor enorme alumbrado por velas. Mismas personas sentadas en sus sitios. Es hasta curioso el simbolismo de los puestos en los que estaban todos, yo solo era parte de las lejanas estrellas de una galaxia perdida.

Aemond en un extremo, Viserys en el otro. Al lado del segundo, Aemma, delante de ella, Alicent. A su lado, Rhaenyra, luego delante Harwin. Yo estaba en medio, al lado de mi padre, tenía a Lucerys justo frente mía. A su vez, seguían Helaena al lado de Lucerys, a mi lado Aegon. Jacaerys estaba sentado al lado de su prometida, después Daeron al lado de Aegon y como dije, en el otro extremo Aemond. Esto eran nuestros puestos desde siempre, desde inclusive cuando yo tenía tan solo tres años.

La distancia que había sin embargo entre Daeron y yo era grande. No había mar tan grande como este que entre los dos se hallaba ahora. Un mar tormentoso, unas olas salvajes que amenazaban con arrasar con todo lo que tuvieran delante.

HOUSE OF BLOOD -  VAMPIRE AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora