Capitulo 3

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Al cabo de un tiempo, Todd ya se había acostumbrado totalmente a la vida de padre. Había descubierto más acerca de sus hijos, les había visto crecer poco a poco y les amaba con locura. Había dejado incluso temporalmente los planes de guerra para ocuparse de ellos, y como resultado, llegaron inmediatamente cartas de su enemigo, Fray el dafiro , en busca de conocer la razón de su temporal tregua.

Todd jamás le respondió, sabía que si le correspondía los mensajes y le explicaba por qué se había detenido, atacaría sin duda a sus hijos, y no iba a permitir que eso sucediera. Le ignoraba, quemaba sus cartas y mataba a las palomas mensajeras que llevaban la carta, a continuación se las daba a sus agresivos perros de caza para que se las comieran. Si Fray le preguntó por qué no le respondió, podría ocultar que esas palomas llegaron una vez a su casa.

Dentro del agradable entorno familiar, las cosas siguieron tal y como habían estado desde el nacimiento de sus hijos. Su vida se centraba en cuidarlos, protegerlos y educarlos. Tenía tres meses de baja, y los quería aprovechar. Ahora sus bebés tenían dos meses de edad, y ya podían echarse merecidas siestas o descansar sin escuchar una serenata nocturna de llantos.

Peter era tranquilo y no daba problemas, pero Arnold era más travieso y sobre todo, comilón. Después de coger la costumbre de intentar mamar el pecho de su padre, no había dejado de hacerlo por las mañanas.

Al principio, no le molestó a Todd, incluso le pareció gracioso; pero el niño empezó a cobrar fuerza ya ser más consciente de las cosas, mamaba con más fuerza. Sabiendo que cuanto más fuerte le mamara al biberón más leche bebería en un trago, ¿funcionaría para el pezón de su padre? Parecía no querer rendirse. Muchas veces fueron las que Todd se despertó temprano por el dolor que le producía en el pectoral, sobre todo si Arnold siempre elegía el mismo...

Peter no le dio problemas a su padre con respecto a eso, pero viendo que Arnold no le dejaría en paz y empezaban a quedarse sin sitio para dormir juntos, les llevó a la cuna que Todd le había ordenado construir a sus melancólicos prisioneros de guerra. Les prometió un pan duro a cambio de hacer un buen trabajo, y cumplieron.

Los hermanos parecían un gusto en su nueva cuna, y tenían de todo lo que pudiera desear un bebé de dos meses: desde un colchón cómodo con cojines, hasta toda clase de juguetes para coger, espachurrar y morder. Podían pasar horas jugando en la cuna con los juguetes, y algunas veces llegaban a pelearse por ellos.

También recibieron su primer parque, donde también pasaron las horas jugando juntos. Peter y Arnold habían desarrollado una relación de hermanos increíblemente buena. Estaban tan acostumbrados a estar juntos que les costaba estar separados. Juntos jugaban, se reían, se bañaban, y compartían sus cosas aunque a veces se pelearan a veces por algún juguete. Incluso a veces si uno lloraba, el otro lloraba también.

Llegó el tercer mes de vida de los gemelos, y justo llegó un evento muy importante para los zafes. Era responsabilidad de Todd como líder, celebrar aquella fiesta y ser él mismo el presidente. Era el momento indicado para presentarle al mundo a sus hijos.

Llegó el día del evento y la gente salió a las calles. Bailaron, cantaron, rieron y se divirtieron, y desde la casa de su líder Todd, salió el padre con una silla con dos bebés. La gente se acumuló al lado de la silla esperando admirar y ver a los dos bebés, y Todd no dejaba de repetir que procurasen no agobiarles.

Arnold y Peter parecían asustados por la gente que se reunía a su alrededor y la gran cantidad de ruido que había en el ambiente, y lloraban constantemente asustados. Al cabo de un rato, Todd consiguió sentarse en las sillas de la tarima junto a sus dos manos derechas en la batalla Salvatore y Kenji (este último de origen japonés). Se preparó para dar el discurso del evento como cada año, mientras que los bebés seguían sentados en la silla, pero al lado de los dos hijos de Salvatore y Kenji: Giovanni y Naoki.

Tenían prácticamente la misma edad que ellos dos, y congeniaron rápidamente. Mientras Todd daba su discurso, los bebés jugaron con los pocos juguetes que de las sillas pudieron alcanzar. La gente prestó más atención a los niños que al discurso de su líder, que acabó desistiendo en terminar su discurso.

...

Termina el evento. La gente en sus casas no dejaba de hablar de los adorables que eran los bebés de los líderes qué monos eran al jugar entre ellos. Todd estaba en su casa, Peter y Arnold ya habían cenado y dormí plácidamente en su cuna nueva. Estaban realmente agotados después de tantos juegos con sus nuevos amigos Giovanni y Kenji, y ahora descansaban para pasar otro lindo día jugando entre ellos.

Todd se preparó para dormir. Había sido para él un día largo y sólo quería dormir por fin, pero cuando iba a dejar su vaso de agua en la cocina, una gran y fortachona figura negra apareció en la ventana. Sólo se veían sus brillantes ojos azules reflejados con la luz de la lejana luna, le miraban fijamente.

Todd pensó que era un asesino, pero cuando supo quién era, salió de la casa inmediatamente. No podría negar haberle visto, y si se negara a salir, sería peor para todos.

Salió a la calle. Estaba muy oscuro, la luna iluminaba las copas de los avellanos que protegían el pueblo que Todd dirigía y hacía mucho frío. Era imposible de creer que el hombre que estaba frente a la ventana apenas llevabase una chaqueta y unos pantalones. Una farola lejana mostró que iba vestido de militar, y que le acompañaba un adolescente armado.

-Fray...-Dijo Todd, reconociendo a su peor enemigo.-A ver, seamos razonables. ¿Qué haces aquí a estar horas?

-Por qué no me ha respondido.-Contestó él.

-¿Responderte de qué?-Preguntó Todd, mintiendo. Sabía qué preguntaba Fray.

-No me mientas. Sé que quemabas mis cartas y matabas a mis palomas.-Todd se preguntaba cómo lo había averiguado.-Bueno, tampoco importa, porque he averiguado qué es.

Todd comenzó a preocuparse. Sabía que Fray era silencioso como un búho y que podría espiarle con facilidad ¿habría conseguido ver a sus hijitos?

-Arnold y Peter ¿verdad? Has tenido dos hijos gemelos, les ha abandonado su madre y ahora tú les tienes que criar solo.

Definitivamente Fray había descubierto a sus hijos. Todd se asustó mucho, y ni siquiera trató de comentarle que era cierto. Ya lo sabía. No dijo ni una sola palabra.

-No te preocupes. No se me ocurriría tocarles, ellos no tienen la culpa de la guerra que tú mismo empezaste.-Todd ni siquiera trató de replicar que la culpa no había sido suya.-Los bebés son inocentes. Pero, prométeme que tú tampoco tocarás a mi prole.

El adolescente sacó un cochecito con cuatro pequeños. Había un niño de un año casi, dos niños casi de la misma edad que Arnold y Peter y una niña de unos cuatro meses. Fray había sido padre también recientemente, y se preocupaba por sus hijos nuevos tanto como Todd.

-¿Más?-Preguntó Todd, perplejo.-¿Cuántos más hijos vas a tener? ¿Cuántos tienes?

-Tengo 28 hijos, ¿tienes algún problema? Me gustan los niños.

-Mis hermanos han crecido, padre...-Comentó el adolescente.

-Silencio Harold.-Ordenó Fray haciendo que el adolescente se callara de inmediato.-En fin. No toques a mis hijitos y yo no te haré daño a ti. No le haré daño a tus hijos porque ellos no tienen la culpa, pero te lo advierto: no les toques ¿está claro?

-Sí...

-Volvamos a casa, Harold.

Sin despedirse, Fray y el adolescente cogieron el cochecito con los cuatro niños y desaparecieron en la oscuridad del bosque. Todd regresó a la casa poco a poco, prometiéndose que no tocaría a los nuevos hijos de Fray. También prometió que sus pequeños ni tendrían nada que ver con la guerra en la que estaba enzarzado.

PeterWhere stories live. Discover now