Capitulo 13

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A la mañana siguiente, Todd fue dado de alta y pudo volver a realizar una vida normal, o al menos tomando descansos. Los hermanos se despertaron para tomar su desayuno al lado de Leda, mientras se alegraban de volver a verla.

Los hermanos criticaban a la mujer que les acompañó el día anterior, diciendo que les daba miedo y que esperaban que se marchara enseguida. Leda no decía nada. Sabía todo lo que podría suceder, y esperaba que sus dos pequeños niños pudieran disfrutar con ella sus posibles últimos momentos a su lado.

Ellos se percataron enseguida que la niñera no se encontraron bien, no sonreían con el mismo fulgor y la misma felicidad que de costumbre. Estaba con los ojos rojizos por las lágrimas que tenía contenidos en sus ojos, su boca temblaba y parecía estar pálida...

-¿Qué te pasa, Leda?-Preguntó Arnold al verla así.

Leda estaba a punto de llorar, pero se contuvo y les respondió.

-Nada...-Dijo.-Sólo que os quiero mucho y quiero que lo sepáis para siempre.

Era una respuesta extraña, pero tampoco habría que darles demasiadas vueltas...

-Leda, viste a los niños...-Dijo Todd entrando seriamente por la puerta del comedor. Llevaba los ojos llorosos, una voz rota entre su angustia y entre los fragmentos de sus palabras, una desgarradora justificación.-Ha... Llegado la hora...

Leda se levantó de la mesa y comenzó a llorar con fuerza, pero sus llantos, tan dolorosos y rotos, no se escucharon. Arnold y Peter no sabían qué estaba pasando, pero sabían que algo malo iba a suceder inmediatamente.

Leda vistió a los niños en el baño mientras se secaba las lágrimas o lo intentaba. Los gemelos la intentaron consolar, pero sus palabras sólo la causaron más dolor todavía. Cuando termine de vestirles, les cogió en brazos a los dos como cuando eran bebés y lentamente, intentando no caer por su tristeza, bajó las escaleras hasta el vestíbulo. Sus llantos eran silenciosos, pero sus gemidos de dolor psicológico desgarraban el ambiente.

En el vestíbulo estaban todos: Todd, el abuelo Volker, Gladis con su caniche y su chófer... Todos estaban allí. Todd lloraba en silencio, y sus lágrimas caían en el suelo como gotas de lluvia triste, mientras Volker ocurría su seriedad, y traía de consolar a su hijo devastado acariciándolo firmemente el hombro.

Gladis esperaba en la entrada con las maletas listas y la puerta abierta. Todavía presenta su falsa expresión de superioridad. Leda dejó a los niños en el suelo, y Todd le seguramente con la mirada a la niñera que les dijera algo que les explicara la situación, pero que no les rompiera el corazón a los dos...

Y por última vez para uno de ellos, usó su poderosa pero quebrada imaginación para explicarles qué iba a suceder entonces. Tomó un pañuelo rosado y se secó las lágrimas, ya continuación se agachó para que la pudieran ver bien, mostró la más brillante y hermosa de las sonrisas que habían visto jamás en su rostro, y comenzó a hablar...

-Pequeños...-Comenzó.-Escuchad atentamente. La mujer que ha venido a casa es tu mamá, la mujer que os trajo al mundo. Se marchó cuando nacisteis por una razón demasiado difícil de explicar, una que solo entenderéis de mayores... Pero el caso es que ha vuelto, para llevarse a su casa a uno de vosotros. Elegirá a uno de vosotros, sí, y se lo llevará a su casita en Suiza, donde vivirá con más gente en las calles de la alta sociedad... Pero no os preocupéis, será temporal, algún día os dejarán volver a estar juntos.

Arnold y Peter se quedaron en silencio muy preocupados por lo que iba a suceder. Iban a separarlos por un tiempo, pero, ¿Cuánto tiempo sería? ¿Días, semanas, meses... Años...?

-¿Y cuánto tiempo estaremos separados?-Preguntó Arnold.

-Eso no lo sé exactamente, pero sé que algún día volveréis a estar juntos... Ahora dejad que vuestra mamá elija a quién llevarse... Y espero que elija de forma sutil...

PeterWhere stories live. Discover now