III

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En ese momento, Jake jadeaba y gemía mientras tres pequeñas canicas vibradoras hacían su trabajo dentro suyo.
Tenía el pequeño control blanco en la mano, mientras la tercera velocidad estimulaba su entrada.

Ciertamente, aquellos vibradores eran sumamente pequeños pero realmente poderosos, y eso que contaba con cinco velocidades.

¿Cómo había llegado a ese momento?

Bien, luego de sus pensamientos para nada angelicales y bonitos sobre su hyung, tuvo una erección que para su buena o lamentable suerte fue creciendo.

Y la carne es débil, por un momento pensó en darse un buen baño de agua fría que seguramente le ayudaría a relajarse y calmar sus pensamientos sucios, pero tenía la casa completa sola y aseguraba que el mayor no llegaría en horas.

Al menos eso esperaba.

Ah... Mgh, s-sí, a-ah...— decidió saltar directamente hasta la última velocidad, pensó que seguramente iba a ser más rápido o algo por el estilo.

Pero no era nada más que una velocidad lenta y torturante, que al final no dejaba de sentirse increíblemente bien.

Comenzó a masturbar su miembro, sintiéndose aún más estimulado, pero aquellos vibradores pequeños dejaban de ser suficientes.

Incluso comenzó a intercarlar las velocidades con desesperación, simplemente quería llegar a su orgasmo pero parecía que debía seguir intentándolo.

Repentinamente su celular comenzó a sonar, con susto y sorpresa soltó el pequeño control, dejándolo en alguna parte de la cama, buscando el dichoso aparato.

Al encontrarlo colgó instantáneamente sin siquiera dignarse a ver quién era, vamos, no iba a responder una llamada mientras se masturbaba.

Removió las sábanas azuladas hasta dar con el control, deteniendo el corto movimiento de las tres pequeñas canicas dentro suyo.

Tiro del hilo sobresaliente hasta que las pequeñas esferas salieron, soltando un quejido, se encargó de limpiarlas con una húmeda toallita desechable antes de volver a guardarlos en aquella caja de terciopelo negra.

Su erección aún seguía punzando y goteando, necesitaba liberarse rápidamente.

Volvió a ponerse sobre sus rodillas y pecho antes de lamer dos de sus dedos y adentrarlos en él.

"Dios, gracias por darme dedos largos." pensó al segundo de meterlos.

Se sentía tan bien, se autopenetraba una y otra vez, complaciendose a sí mismo, había comenzado a friccionar su miembro contra una colorida almohada roja.

Tendría que lavar todo al día siguiente.

A-Ah~ hy-hyung~... Heeseung hyung, ¡Oh! Sí, Di-os s-sí.— adentró un tercer dedo, casi a punto de delirar del placer.

De su boca no dejaban de salir balbuceos, mientras seguía adentrando y sacando sus dedos una y otra vez, abriéndolos en tijeras dentro suyo, mientras su mano libre viajaba por sus pezones, tirando de ellos.

En su mente una erótica imágen del pelinegro mayor cogiéndolo tan rápido, mientras jugaba con sus sensibles y erectos pezones, o tal vez masturbándolo.

El celular volvió a sonar, una... dos... tres veces más.

No fue capaz de responder, ni mucho menos colgar, estaba tan ensimismado de llegar al orgasmo que sentía cerca, que para ese momento no había nada más importante que satisfacerse.

Terminó por meter un cuarto dedo, abriendo su boca en una pequeña "O", se sentía sumamente bien.

—¡Hyung! Mgh~ tan... tan bien, se s-siente bien.— tironeaba y apretujaba sus pezones en busca de más estimulación.

Let's play together ¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora