Especial III

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Cuando a Jaeyun le dijeron que trabajar era difícil, realmente temía por su vida y por sus tiempos libres.

Tal vez su empleo era sencillo o realmente era muy bueno para lidiar con el estudio y el trabajo, porque lo que imaginaba como un peso extra en los hombros, apenas eran unas cosquillas.

Algunas veces había visto a su novio quedarse toda la noche en aquel hospital, haciendo "guardia", como el mayor decía, por lo que esperó el mismo cansancio para él.

Sin embargo realizar un trabajo de secretario y recepcionista podía ser pan comido.

Si bien, salía hasta tarde, podía pasar todo el fin de semana en casa con Heeseung e incluso las noches juntos.

Era incluso más complicado ser un estudiante.

Tal vez el estudio nunca fue para él, al menos eso era lo que pensaba y estaba convencido de que así era.

˚୨୧˚

Eran las siete de la noche, caminaba con su mochila colgando en el hombro y una bolsa en mano donde portaba ricas piezas de pollo bañadas en deliciosa salsa de barbacoa.

Los faros de luz, la música reproduciéndose a través de sus audífonos, las estrellas y la brillante luna le hacían compañía en esa noche frívola y oscura.

Debía decir que había apresurado el paso al sentirse constantemente vigilado y seguido, no era su culpa ser un extremista negativo y que su mente le haga creer que alguien lo secuestraría y lo vendería a la mafia rusa.

Esas cosas suceden en televisión, podrían suceder en la vida real ¿cierto?

Había volteado más de una vez para ver si había alguna persona de actitud extraña detrás suyo y no había encontrado nada fuera de lo normal.

Eso solo lo hizo temer aún más.
Tal vez algún alma en pena quería apoderarse de su pobre y débil ser y terminaría siendo la viva representación de una posesión demoníaca.

De acuerdo, debía dejar de ver tantas películas.

Pero en su defensa, esas cosas podían ser ciertas.

Y él no quería tener que ser exorcizado y hablar en latín mientras maldecía a Dios y a todo el mundo, no señores, él podía maldecir al mundo aún sin ser poseído.

Aunque temía un poco de maldecir a Dios, después de todo su madre siempre le decía que debía ser respetuoso con aquel ser de luz, que por cierto nadie era capaz de decirle si existía realmente o era un invento del gobierno para tenerlos controlados.

Y aunque no haya vuelto a ver a su madre desde hacía ya tres años, casi cuatro en realidad, seguía teniendo en cuenta todos y cada uno de sus consejos y regaños.

Porque las madres son sabias y lo creyó desde la vez en la que su madre le quería dar un impermeable suéter que terminó negando porque "el día estaba muy soleado", bien, aquella fiebre le enseñó que siempre debía hacerle caso a su madre.

Entre tantos pensamientos había llegado al departamento, adentrándose mientras verificaba que nadie lo haya seguido, nuevamente no pudo encontrar a alguien ahí cerca.

Pero seguía asustado y ahora se imaginaba escenas donde entren en la noche y saqueen su hogar y pertenencias, no, no, él no quería ser víctima de un robo.

—¡Hee, estoy aquí!— se sacó los oscuros tenis, poniéndolos ordenadamente en la entrada mientras se colocaba unas cómodas pantuflas que lo hacían sentir como si caminara en suaves nubes.—Hyung, hoy decidí ser amable y traje comi...da— su voz decayó al ver a su pareja de pie junto a aquellos señores que alguna vez llamó padres.—¿Qué hacen aquí?— su voz había salido brusca, arrepintiéndose al ver a su madre corriendo hacia él con lágrimas cayendo por su rostro.

Let's play together ¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora