★ Capítulo 4: Eres un Fastidio

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Posicionado en su hamaca, Neyetam podía apreciar desde la longitud gracias al árbol madre que los conecta la de Ao'nung, vacía

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Posicionado en su hamaca, Neyetam podía apreciar desde la longitud gracias al árbol madre que los conecta la de Ao'nung, vacía. Se cruzaba con él en la cena, lo observaba desde lejos ser molestado y aunque una vez intervino, no lo volvió a hacer más. Sin embargo había notado que los malos tratos habían reducido en cuanto lo cruel se trataba, quizás por su intromisión aquella vez. De noche se encontraban —casualmente— en el mismo lugar adentrado en el bosque, no obstante: apesar de aquella corta interacción no se volvieron a hablar o acercar más haya de unos metros, apenas unas miradas fugaces que pretendían nunca sucedían. Aquello de hace unos días fue el único choque amistoso que tuvieron, pero ahí inició y acabó lo más cercano a lo que un acercamiento se podía definir.
Eran dos caras de la misma moneda.

Neteyam se limitó a mantener un limite de distancia. Se dijo a sí mismo que mientras no establecieran contacto todo estaría bien, y que eso bastaba para que el pueblo estuviera satisfecho.

Aquella interacción había sido un error.

Había optado esa noche quedarse a descansar en su hamaca, pero por más que luchaba por aquello su cuerpo parecía reaccionar distinto a sus pensamientos. Su cola -al igual que sus orejas- no dejaban de removerse inquietas y los latidos desenfrenados de su corazón junto el pitido sobre sus oídos le advertían que iba a ser otra noche de desvelo.

Cerró sus ojos, luego, es un intento desesperado de tranquilizarse gruño inhalando bruscamente. Le faltaba el aire. Abrió sus ojos de vuelta y se giró tirando del cordel, sentándose sobre la superficie de esteras tejidas, meciendo sus piernas y tocando las yemas de sus dedos, las cuales parecían estar empapadas de sudor, quizás por la inquietud o el estrés que había tenido esos días, no, en realidad no tenía idea.

Derrotado acarició sus hebras las cuáles para variar no llevaban el patrón de sus trenzas, por tercera vez en su corta vida se había deshacido de aquel estilo de cabello que siempre llevaba, y es que el dolor de cabeza era tan insoportable que ya no tenía idea de que hacer para que se fuera. No le agradaba tener el cabello suelto, y es qué apesar de lo que la gente podía pensar, su cabello era bastante largo. La prominente longitud le llegaba hasta la espalda cerca de la columna dorsal. Su padre le había dado órdenes de no mostrarle al público aquello, pues de alguna forma deshacía de la seriedad y dureza que un Sully debía de tener. En pocas palabras, masculinidad.

A veces las personas más cercanas a ti te hacen sentir protegido, pero esas son las mismas personas que más te lastiman y te dejan adivinar, su padre le decía que nadie era perfecto, sin embargo era gracioso la manera en la que esperaba la perfección.

Sin darle más vuelta al asunto con cuidado decidió salir de su hamaca e ir por sus cosas. Caminó por las ramas frondosas del árbol, tratando de hacer el mínimo ruido posible para no despertar a alguien de la aldea.

Minutos después recorrió todo el lugar hasta llegar a ese sitio que podía reconocer perfectamente. No había indicios de que Ao'nung estaba por ahí.
Acurrucó sus brazos entre sí, notando el castañeo involuntario de sus dientes, intentando producir calor corporal enrredo su cola entre las piernas y se acercó hacía lo que parecía ser ramas agrupadas en el suelo. Se sentó sobre la tierra y posicionó el mentón sobre sus rodillas, agarró dos rocas que había a su lado y empezó a entrechocarlas entre sí hasta producir chispas que pudieran crear una fogata.
Cuando el fuego pareció cubrir las ramas, se quedó analizando todo lo que había estado pasando en tan poco tiempo. Tantas tareas, discusiones con su hermano, la gente del cielo, el distanciamiento que cada día parecía tener con su padre y el agotamiento físico y mental le estaba resultando tan exhaustivo, que creía pronto tener un colapso mental. Sabía qué tenía que prepararse para pronto ser el líder de su pueblo, pero por primera vez en su vida no sentía estar listo para algo, ¿lo gracioso? Había estado preparándose desde que nació para eso.

Sus ojos se enfocaron en la sombra que veía aproximarse a unos escasos metros de él, encontrando detrás de aquella a Ao'nung volviendo a un pequeño embalse del río con objetos extraños que no logró identificar. Sus miradas se encontraron como usualmente una vez más, esta vez pareciendo disminuir sus fracciones de disgusto luego de haberse percatado del deprimente estado de Neteyam. Ao'nung se quedo ahí, manteniendo sus penetrantes ojos azules en él, paseándose de arriba a abajo, fijándose en sus hebras sueltas. Por un momento Neteyam pensó que estaba juzgandolo como le dijo su padre que lo harían, sin embargo no hubo contacto, solo el indicio de una sonrisa sobre sus labios, tan bohemia como la manera burlona que tenía al hablar.

—¿Nuevo estilo? Te queda, hijo de Toruk Makto. Casí y me cuesta reconocer tú idiotez. -y ahí fue cuando el contacto entre ellos empezó de vuelta.

Neteyam lo miró, no con una mirada compasiva o abochornada, sino con una mirada amena, claro, que luego cambió drasticamente a una asqueada mueca.

—Lastima que tú ni con un cambio de estilo puedes disimular tu idiotez.

—¿Acabas de admitir que eres idiota? -atacó confiado Ao'nung.

—Sin embargo no negaste que lo fueras, ¿Acabas de admitir que también lo eres? Skxawng. -contraatacó Neteyam.

Ao'nung negó con su cabeza estupefacto para luego soltar un corto chasquido, Neteyam pudo ver como trataba de disimular la sonrisa que se establecía en sus labios.

Había pasado unos minutos en total silencio y sin embargo no se había ido de ahí, había estado observando a Ao'nung preparar algunos objetos extraños. Y accidentalmente para bien o mal, había descubierto algunas cosas. Al contratio de lo que creía, Ao'nung no usaba un arco para cazar, ni siquiera parecía saber o querer cazar animales de la superficie. Sólo lo observaba cazar con lo que parecía ser una red enorme, y otro instrumento desconocido para atrapar pescados más grandes. Y aunque quería acercarse y preguntar, prefirió morderse la lengua. No podia evitar sentirse curioso. Era demasiado estúpido aferrarse a esa idea que sabía iba a ser incapaz de prosperar, pero allí cuando descubría alguna cosa nueva sobre Ao'nung quería acercarse y olvidarse de enorgullecer a su padre o su pueblo.

Ao'nung definitivamente era un fastidio y un dolor de cabeza.

Ao'nung definitivamente era un fastidio y un dolor de cabeza

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