El Cartel del Sur [kookv]

Capítulo 1: Ruleta Rusa

Territorio del Cartel del Sur, Japón.

Roppongi, Tokio.

Era de noche y todos en aquel lugar están en completa quietud, todas las personas en ese casino se quedaron quietos con su respiración entre cortada viendo perplejos en dirección donde se encontraba la puerta del gran lugar, donde tan solo unos segundos antes estas se abrieron de golpe dejando ver un hombre misterioso que entraba a él casinos más lujosos del todo Japón acompañado de seis hombres tras suyo.

Las luces iluminaban de una manera tétrica, iluminando todo el casino con porte imperial gracias al dueño de aquel lugar y sus preferencias señaladísimas por lo extraño y bizarro, todo el lugar estaba de modo tan irregular que eso lo hacía ver de cierto modo muy lujoso, las paredes eran muy altas y en medio de cada una de ellas una alta y angosto ventanal gótico que comunicaba al centro de la ciudad y a los exteriores.

Cada ventanal estaba hecho de cristales de colores oscuros y mates que amortizaban con el tono dominante toda la decoración del casino. Por ejemplo el que estaba en el extremo sur, el cristal era de un color escarlata, de un intenso color de la sangre y el que daba hacia el frente del casino era de un color negro majestuoso que caía muy bien a contraste con los asientos del lugar que estaban forrados de un terciopelo negro y todas las mesas de apostar estaban hechas de una hermosa caoba bien arreglada, el techo de todo el lugar era lo más lujoso, su estructura era como la de una catedral, con figuras celestiales resplandecientes en él y en el centro de este colgaba una lámpara enorme de cristal en forma de araña que proyectaba una claridad suave de forma deslumbrante por todo el casino y producían una infinidad de aspectos cambiantes, únicos, fantásticos y muy fantasiosos.

La luz de aquella enorme lámpara también reflejaba en los enormes ventanales sangrientos daba la impresión de ser terriblemente siniestra, pero eso era lo que lo hacía tan lujoso, único en el continente y muy visitado.

Pero en ese momento el tiempo parecía haberse detenido de un momento a otro y el ambiente se tornó muy frío y tétrico, todos dejaron de apostar y de jugar, las mujeres se veían aterradas mientras se escondían detrás de sus maridos o de quien pudiese y los hombres se les caía los cigarrillos que estaban fumando de sus labios y dedos por la impresión por ver a la imponente figura frente a ellos, las personas que estaban en el lugar lo quedaron viendo aturdidos por lo extraño que era el sujeto, más estos sabían quién era perfectamente y era alguien a quien debían de tenerle mucho respeto y sobre todo miedo.

Era el dueño del casino de donde estaban, un hombre imponente, muy alto, pero con su rostro cubierto por una máscara la cual solo dejaba ver sus ojos, unos ojos penetrantes y negros como la noche.

La máscara que ocultaba su rostro era de piel sintética negra y era como si estuviera representando la muerte.

Su vestidura completamente negra que no dejaba ver ni un cuarto de piel era como si representara la noche fría y solitaria.

Y sus ojos, ellos se podía ver el alma de un demonio con sed de sangre.