11. La cafetería.

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(parte 1)

Descubrí que cerca del departamento hay una Cafetería muy bonita y acogedora, las personas son bastante amables y no es un lugar tan grande, por lo mismo, muy pocas veces está lleno de gente y eso para mí es más que perfecto ya que leer o escribir tomando un café o comiendo un rico postre ayuda mucho a fluir la creatividad. Las últimas dos semanas he venido solo diariamente por las tardes a sentarme a leer mientras me como un pastel de fresa o de vez en cuando unas galletas o una malteada; soy bastante fan de las cosas dulces, sobre todo si son tan deliciosas como los que preparan en esta cafetería.

Es bastante cómodo, sus mesas color crema con sillas acojinadas del mismo color , por lo menos en las que me siento yo cerca de la ventana, porque del otro lado hay un par de mesas normales. Tiene su barra con sillas altas y el mostrador lleno de postres, sándwiches, desayunos de muestra y alguna que otros dulces como chocolates, gomitas, bombones, entre otras cosas. Hoy no vine a la misma hora de siempre porque Jayden fue a almorzar conmigo y luego solo nos quedamos hablando tonterías en la sala por un rato, no nos habíamos podido ver estos últimos días porque él anda muy ocupado por los tramites de la universidad así que aprovechamos para poder ponernos al corriente.

Como siempre, el lugar no esta tan lleno, en una mesa hay tres chicas conversando, en otra hay una pequeña familia; una mujer, un hombre y un niño de aproximadamente diez años, también hay unas cuantas personas más pero cada quien anda en lo suyo. Pase directo a la barra para poder pedir lo que quiero antes de ir a sentarme y Aniel; el chico alto, delgado y pelirrojo que trabaja en la barra y algunas veces como mesero, me miro con ligera sorpresa, supongo que ya está acostumbrado a verme a la misma hora. 

—Hola, buenas tardes, pensé que hoy no ibas a venir. — comento mientras pasada un pequeño trapo sobre la barra.

—¿Y Perderme las pruebas gratis de postres? — Negué suavemente escuchando una pequeña risa como respuesta.

Aniel estudia repostería y su jefe que creo se llama Dalton, lo deja practicar algunas recetas en la cocina y en estos días que he venido, como nos hemos llevado bastante bien, suele llevarme pequeñas muestras de lo que hace para que le dé mi opinión.

—¿Lo mismo de siempre? — pregunto dejando el trapo que estaba usando a un lado.

—No, esta vez quiero dos tartaletas de fresa y una de chocolate por favor. — Respondí muy decidido, he escuchado que son deliciosas pero no las había probado y justo hoy, quiero.

—Perfecto, en un momento te las hago llegar ¿A dónde siempre? — Ahí si asentí y comencé a caminar a la misma mesa que siempre he usado junto a la ventana, la que esta hasta el final. 

Abrí el libro que traje, justo donde lo deje ayer y comencé a leer tranquilo. Algo que también me gusta mucho del lugar es que siempre en su mayoría es silencioso, las personas hablan a un volumen moderado y eso es bastante agradable, me permite concentrarme adecuadamente. No paso mucho para que una de las meseras; la cual recuerdo se llama Keila, llegara con un plato, pensé que era lo que había pedido yo pero al mirar me di cuenta que no, son unas pequeñas brochetas de fresas con chocolate, malvaviscos y lo que yo creo son brownies.

—Oh disculpa, creo que hubo un error. — Avise mientras la miro terminar de dejar el plato.

—No te preocupes, te lo manda el chico de allá. — Se giró un poco y señalo un chico de cabello castaño, jeans grises y una playera negra, que se encuentra sentado en la barra tomando lo que parece ser un cappuccino.

Me saludo con un ligero movimiento de su mano el cual correspondí con una pequeña sonrisa de boca cerrada, solo para no parecer mal educado. Regrese mi atención a Keila para extenderle el plato de vuelta, se ven deliciosas, sí, pero no me parece correcto aceptar algo de alguien que no conozco.

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