Cosas de Vuelo

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Gustav Larson era un jóven vikingo que estaba interesado en el entrenamiento de dragones. Tanta era su curiosidad y motivación que aquel día decidió entrar a la Academia encontrando el lugar completamente vacío.

-Vamos, chico, ¡a volar!- gritó Gustav montado en su oveja, a la que terminó disfrazando como un dragón con un lanzallamas simulando el fuego.

Y con la que empezó a disparar las llamas corriendo por toda la arena.

-¡Woo-hoo!- celebró riendo hasta que vió uno de los objetos envuelto en llamas.- Oh, no.- exclamó intentando apagar el fuego soplando con todas sus fuerzas.

Para su mala suerte el fuego solo terminó aumentando.

-Oh, no. Oh, no.- comenzó a entrar en pánico.- ¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos?

La oveja estaba asustada y corriendo por todos lados debido a que sus alas falsas habían sido prendidas en llamas. Unos segundos después el fuego fue apagado en su totalidad gracias a Hicca que llegó junto a Chimuelo con una cubeta de agua y aterrizaron frente al muchacho.

-Gustav, ¿cuántas veces tengo que repetirte que no puedes jugar aquí?- Hicca lo regañó mientras bajaba de su asiento.

-Al menos no hasta que puedas controlarte y evitar causar un incendio.- comentó Chimuelo convirtiéndose en humano.

La escena en sí se veía bastante cómica ya que parecían dos padres regañando a su hijo.

-No estoy jugando. Estoy entrenando.- se defendió.

-Ugh, pobre chico. Desde que lo dejé entrar a mi círculo interno, quiere ser como su héroe. Yo.- Patán dijo señalando a sí mismo sobre Colmillo.

-Pobre del muchacho.- se lamentó Colmillo.

-¿Asqueroso y molesto?- preguntó Astrid burlona sobre Tormenta.

-¡No, un jinete de dragones!- gritó Gustav.

-Mira a tu alrededor, muchacho. Todos los puestos de jinetes están tomados. Así que, al menos que uno estire la pata, no tienes suerte.- Patán dijo muy seguro de sí.

Y era precisamente más tarde esa semana que Patán comenzó a actuar paranoico sin ninguna razón.

-¡Voy a estirar la pata!- gritó asustado.

-Uh, Patán, ¿te importa? Estamos teniendo una discusión sobre Dagur.- Hicca le dijo señalando el mapa ya harta del comportamiento de su primo.

-¿Dagur está aquí?- preguntó Brutacio volteando a todos lados.

-En toda la semana he visto tres señales de las cinco del Valhalla.- comenzó a explicar.

-¡Lo sabemos!- gritaron todos ya hartos.

-¿Lo saben? ¿Y solo se quedan ahí parados hablando sobre el estúpido de Dagur? ¡Uno de sus guerreros más importantes y valientes está a punto de abandonar éste mundo!

-Mira el lado positivo. Al menos estarás en el eterno paraíso.- comentó Brutacio.

-Y nosotros también.- se burló Astrid con una sonrisa ladina.

-Bromeen todo lo que quieran, ¿pero que hay de Colmillo? El pensamiento de él sin mí por el resto de su vida es-

Y dicho dragón solo cubría su rostro con su cola rogando porque ya no hable.

-¿Ya acabaste?- interrumpió Hicca cansada.

-Por favor dí que sí.- rogó Chimuelo.

-No, ni cerca.- Chimuelo estrelló su cabeza contra el suelo.- Aunque devastado y todavía en duelo, Gustav se ha ofrecido a cargar el legado de Patán.- anunció mostrando al chico que estaba detrás suyo.

Defenders of BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora