t r e n t a s e t t e

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—No sé por qué te preocupas tanto —dijo Chenle, estirándose en su asiento como un gato—. Sólo haz lo que te guste, ¿qué hay de difícil en ello?

Jisung rodó los ojos.

—Eso lo dices porque tú ya sabes qué hacer —le recriminó, Chenle rodó los ojos y después le sacó la lengua—. Además, hoy en día no se puede sólo estudiar lo que quieres y ya.

—¿Ah, no?

—¡No! —Jisung chilló y se dejó caer sobre el sofá, completamente derrotado.

Era una de las pocas veces que podía ver a Chenle fuera del colegio, puesto que ahora que ya no estaban juntos, sus horarios prácticamente no coincidían y las veces que podían verse se contaban con los dedos de las manos.

Había decidido hablarle al respecto, porque Chenle era su mejor amigo en todo el mundo, el que sabía todo de él, el que lo aconsejaba, el que le decía cuando estaba haciendo las cosas mal, el que lo corregía cuando la cagaba, era su alma gemela en mejor amigo.

La cosa es que ahora se arrepentía de que su alma gemela en mejor amigo fuera alguien como él, que era incapaz de ver que sus problemas eran graves y creía que absolutamente todo se podía solucionar solamente haciéndolo realidad, como si fuera tan sencillo, como si Jisung fuera a despertar con día sabiendo exactamente qué estudiar en la universidad.

Su madre había estudiado sólo hasta la preparatoria porque se enamoró de su padre y él había prometido mantenerla así que ella había confiado ciegamente en él, por lo que no tenía carrera. Su padre tratado de estudiar ingeniería civil, pero el nacimiento de Chanyeol había retrasado sus esfuerzos, por lo que terminó por abandonar la carrera y entrar directamente a trabajar en la construcción como peón.

Chanyeol había estudiado medicina, había decidido desde joven que eso es lo que quería hacer por el resto de su vida y lo había hecho, ahora vivía en una zona residencial de Seúl, tenía novio, tenía un auto del año, ganaba más en una semana de lo que su padre ganaría en un mes y les enviaba dinero cada mes, aún cuando de cierta forma no era su obligación, cuidaba de ellos.

Y como si fuera un acuerdo tácito entre ambos, Jisung había decidido que haría lo mismo que él.

No literalmente, claro, pero sí deseaba conseguir un trabajo con el cual vivir bien y poder ayudar económicamente a sus padres cuando estuviera lejos, era una de sus sueños cuando cumplió seis años y se dio cuenta de que su madre estaba dándoles arroz por quinta vez en la semana, fingiendo una emoción que no sentía, para que comieran sin quejarse.

Viendo así las cosas, la decisión recaía en muy pocas opciones laborales, como derecho, medicina, computación, química, entre otras cosas, pero ninguna de las opciones que creía que debería seguir, le gustaba.

Le gustaba la música, le gustaba el teatro, le gustaba pintar, le gustaba bailar, le gustaba cantar, pero nunca ganaría lo suficiente con ello si no resaltaba desde el principio, por lo que esas ideas estaban completamente descartadas.

—Oye. —Chenle se hincó junto a él, en el suelo junto al sofá, y luego le pasó una mano por el cabello con suavidad—. Sé lo que estás pensando y ya te dije que no es tu responsabilidad.

Jisung resopló y se cruzó de brazos.

—Para ti es fácil decirlo —le dijo—, tus padres si tienen carreras universitarias.

Ingeniero en mercadotecnia y licenciada en derecho penal, ni más ni menos.

—Tal vez —concedió Chenle—, pero eso no significa que sea responsabilidad tuya enmendar sus decisiones pasadas.

Kiss the boy ✈ Rensung/SungrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora