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El primo de Chenle llegó a Incheon dos días después.

Chenle había aparecido en su casa con una versión mini de su propia casa, diciendo que sí o sí necesitaba todo eso para pasar una sola noche en casa de Jisung, literalmente llevaba hasta una versión portable de su cama y el pijama que usaba los martes porque, ¡ah! No usa el mismo pijama todos los días.

Jisung ya estaba acostumbrado, pero cuando lo conoció fue una novedad, jamás había conocido a alguien tan excéntrico como Zhong Chenle, él era una de esas personas que no se fijaban en el precio de nada y sólo pagaba, era fácil estafar a Chenle y para eso estaba Jisung, para salvarle el pellejo de los estafadores. Había ocho maletas de Chenle en la habitación de Jisung, todas esparcidas por el suelo, mientras el dueño se instalaba y realmente, realmente parecía que iba a mudarse con él, pero sólo pasaría una noche en la casa de los Park.

Jisung simplemente observaba el como su mejor amigo se acomodaba, con su pijama amarillo pato y sus pantuflas de pato. Tampoco usaba las mismas pantuflas todos los días.

—¿Es necesario todo esto? —Siempre que Chenle iba a dormir con él, Jisung hacía la misma pregunta. Y siempre recibía la misma respuesta: Una mirada irónica, donde el de cabello naranja le decía “Obvio, idiota”. —Okay, okay. Apaga la luz cuando acabes, ¿bien?

—Bien.

Al menos esta vez Chenle no había dicho “¿qué no se apagan solas?”, porque eso dijo la primera vez, hace cinco años.

Obviamente al final terminó acostumbrándose a que las cosas eran diferentes, pero al principio fue divertido explicarle todo y ahora hasta el propio Chenle se reía de su estupidez. Jisung se preguntaba sí las cosas serían iguales para el primo de Chenle, quizás.

Al amanecer despertó con Chenle chillando como delfín, diciendo palabras en mandarín que él, aún medio dormido, no alcanzaba a comprender, aunque igual dudaba que estando despierto hubiera entendido una mierda de lo que decía, su comprensión del chino mandarín estaba por debajo de lo básico y Chenle estaba hablando demasiado rápido para eso.

La única palabra que alcanzó a captar, ya después de haber pasado por el limbo entre despertar y seguir durmiendo, fue biao o algo así, y no la reconoció de ningún lado.

Decidió abrir un ojo para ver qué pasaba, analizó el lugar, estaba amaneciendo y Chenle estaba de pie frente a la puerta con el teléfono en la oreja derecha, sonreía abiertamente y ahuecaba su boca con la mano izquierda, como sí pretendiera no despertarlo.

Evidentemente, esa parte no se había logrado, Chenle hablaba mucho más fuerte cuando no quería hacer ruido, que cuando hablaba en volumen normal.

El mayor esta vez tenía su cabello naranja todo alborotado, sin una sola trenza y levemente rizado, por los estragos de las trenzas que había tomado la maña de hacerse, dijo un par más de frases, se rio, y luego se dio cuenta que estaba despierto, así que cubrió el micrófono para ponerlo al día.

Biǎomèi está en el teléfono. —La emoción en su voz no se podía filtrar, Jisung sonrió, adormilado y se sentó en la cama.

—¿Ese es su nombre? —Chenle lo vio como si quisiera sacarle los ojos, a una hora tan temprana del día. —¿Qué? ¿Qué dije?

—No se llama biǎomèi, —el mayor bufó, rodando tanto los ojos, que Jisung juró que se iba a quedar sin ellos. —le digo biǎomèi porque significa primo, en chino.

Jisung dijo “Aaah” tan fuerte que Chenle le lanzó su pantufla para que se callara, porque su biǎomèi estaba hablando y no lo oía con su escándalo.

—Creí que lo odiabas. —El pelinegro se puso de pie, buscando sus pantuflas en algún lado de la habitación. Se vio tentado a robarse la de Chenle, porque la suya era en forma de pato, o sea, ¡de pato! Las suyas eran de color azul marino y aburridas.

—¡Por Dios! ¡No! —Chenle se alborotó todavía más el cabello con la mano derecha, lanzando el teléfono hacia la cama como si no le importara. El aparato rebotó y Jisung estuvo apunto de aventarse a atraparlo por sí se caía, pero no fue necesario, se detuvo antes de caer. —Es mi primo, crecimos juntos y él me enseñó todo el coreano que sabía al llegar aquí. Es sólo que es... Raro.

—Eso ya me lo habías dicho.

—Pero raro, ¡en verdad!

—¿Hablas del porno de aliens?

—Sabes que hablo del porno de aliens.

—¿Hablabas con él? —Jisung se puso sus pantuflas y caminó hasta estar frente a Chenle, quien se dejó caer sobre su cama de repuesto y ahora sí el teléfono se cayó con el rebote de su dueño.

El dueño ni siquiera se preocupó, Jisung creyó escuchar al iphone llorar. Y a su billetera también.

—Efectivamente, —Chenle lo miró desde su posición en la cama, sonriendo levemente. —y ya se incluyó en todos nuestros planes para el verano, ¿no es genial?

—No me molesta. —Jisung se encogió se hombros y entró al baño.

Había dicho “no me molesta” porque no lo hacía, era primo de Chenle, era amigo suyo, no tendría porqué tener problemas con eso.

Pues se equivocaba, evidentemente, porque sí que tuvo problema con ello, cuando nada más aparecer, Renjun acaparó toda la atención de Lucy, no dejó nada para Jisung y no parecía especialmente preocupado, es más, parecía disfrutarlo. Entendía esa parte, ¿quién no disfrutaría de estar con Lucy?

Odiar era pecado, ¿verdad? Bueno, tenía el lugar asegurado en el infierno porque lo acababa de conocer, y ya odiaba profundamente al primo de su mejor amigo, el cual se lo había ganado a pulso. No importaba que Lucy hubiera dicho que no le gustaba ningún chico, Renjun perfectamente podría gustarle, parecía ser su tipo y Jisung tenía que impedir que algo floreciera ahí.

Ya. Mismo.

Un tipo que acababa de llegar de quién sabe dónde (bueno, de China, pero se entiende el punto) no le iba a robar el amor de Lucy.

Él llevaba queriéndola dos años y llevaba tal vez cuatro meses ideando el plan infalible para enamorarla, tener a Noh Hyojung a sus pies era un trabajo que requería tiempo, trayecto y esfuerzo, no podía aparecer Huang Renjun y darle una patada a todo lo que llevaba.

¿O sí?

Kiss the boy ✈ Rensung/SungrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora