Bakugo miraba atentamente como aquellos labios se movían con lentitud y de vez en cuando formaban una hermosa sonrisa, que a su parecer, era la más bella de todas, que podía iluminar tu rostro con su brillo. Estaba enamorada de ella.
—¿Me estás escuchando, Suki bu?— Llamó la chica, un poco asustada por verla así.
—¿Eh?— Bakugo ladeo la cabeza al notar que esos bellos labios se habían detenido —Si por supuesto— Mintió.
La chica que le estaba hablando solo la miró incrédula, sin caer en su mentira. Bakugo soltó un suspiro pesado bajando un poco su cabeza.
—Perdona, ¿De qué hablabas?— Pregunto apoyando su codo en la mesa y poner su mejilla sobre su mano, mirándola.
La pelirroja solo rodó los ojos con una media sonrisa, se acomodo en su asiento y miró para otro lado, más específicamente su pequeño espejo que tenía entre manos.
—Solo te decía que, deberíamos vivir juntas— Dijo a lo que Bakugo hizo un sonido para que siguiera hablando —Ya que, siempre fue nuestro sueño!.
Decía mostrando una linda sonrisa ante lo dicho y Bakugo no pudo no sonreír al verla tan deslumbrante.
—No estaría mal— Contesto la rubia, mirándola.
—Pero claro, además, ¡podemos hacer pijamada todos los días!— Decía con clara alegría ante la idea de vivir con su mejor amiga. Dejo a un lado el espejito y miro directo a la rubia, tomando sus delgadas manos entre las suyas.
—Nada me haría más feliz— Dijo Bakugo mostrando una pequeña sonrisa mientras la pelirroja chillaba con alegría —Mañana veremos un departamento.
La pelirroja asintió contenta, aún agarrando las manos de su amiga con cariño.
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Kirishima Eijirou era una (y única) de sus mejores amigas, su mayor confidente en el mundo y la consideraba, su llama gemela.
A Kirishima la había conocido en el jardín de infantes, desde muy pequeñas pudieron entablar una bonita amistad a pesar de que la actitud de Bakugo era algo brusca, pero la pelirroja pudo fácilmente ganarse el amor y cariño de la pequeña rubia enojona. Y así, estas cumpliendo diez años de amistad.
