Orgías

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Unos instantes después de despedir a su futuro esposo, Emma se encontraba abandonado la mansión, llevando una capa oscura y un sombrero de copa idéntico que el de su acompañante, dándoles la inequívoca apariencia de solo ser dos caballeros solitarios. Ella por supuesto nunca había montado a caballo de tal forma, pues no se consideraba una acción para las damas de sociedad, pero los consejos y la guía de Lady Mills habían llevado su miedo de montar a esa bestia, a un momentáneo recuerdo. Avanzaron con el velo de la oscuridad, mostrando la realidad de Londres a los ojos de Emma, más allá de las enormes mansiones y embellecidas calles, había lúgubres pasadizos, poblados apenas por sombras negras y casas desarregladas. Las mujeres de voces roncas, risas ásperas y pronunciados escotes esperaban en las orillas de las calles, agitando sus faldones gastados por algunas monedas. Los borrachos de paso tampoco faltaron, escupiendo maldiciones a los oídos de los niños obesos en los umbrales melancólicos.

-Una disculpa Miss Swan, pero las calles más limpias de Londres están llenas de personajes que no deseamos encontrarnos. – explico Lady Mills acercando su caballo al suyo.

-No sabía cómo se veía la realidad de esta ciudad, Lady Mills, entiendo porque Bella esta aterrada de terminar en algún lugar así. –murmuro al instante.

Al rayar la media noche, se encontraron en un pequeño lugar en medio de Trafalgar Square y West End, el centro de la vida nocturna londinense. Dejaron rápidamente a los caballos en la guarda de un joven de camisa blanca y áspero aspecto, al que Lady Mills le pago unas monedas, para después abrirse paso hasta el gran pórtico de una mansión de inicios de siglo, con enormes bases de madera, donde una enorme linterna veneciana parecía saludar a todo aquel que entrara en ese lugar. El vestíbulo por otro lado, tenía las paredes pintadas de un llamativo color rojo, llevando la mirada al techo revestido de madera de roble, donde ardían las luces de tres mecheros. Rápidamente una amable cortesana se acercó a ellas, recibiendo la capa y el sombrero de ambas, además de una atípica cantidad de monedas de la pelinegra, que provoco en la anciana una reverencia guiándolas a cruzar hasta el fondo, a una amplia habitación pentagonal, que denotaba una clara pasión por el lujo, con curiosa tapicería renacentista y enormes sofás de piel oscura que ya comenzaban a llenarse de los más peculiares personajes londinenses. La mirada incrédula de Emma se posó inmediatamente por todo el sitio, ¿Así que, ese era el lugar de placeres secretos de todos los londinenses?

Emma por un momento se vio completamente perdida ante aquello que tanto había deseado conocer, su boca se había secado por completo al igual que sus labios, los cuales con desesperación rozaba con su lengua dándose la humedad que ahora residía en otra parte de su cuerpo. Lady Mills por otro lado sonreía con exaltación, tomando de la mano a la joven que había traído a disfrutar de los placeres que atendían la doble moral sexual londinense, después de todo lo que llegara a suceder en una de esas tantas casas nocturnas no afectaría el día siguiente cuando desempolvarán sus leyes eclesiásticas al momento de juzgar a otros.

-Emma, seria para mí un gusto, si me acompañara a este espectáculo privado. - señalo Lady Mills.

-Me encantaría, quisiera ver, hasta donde llegan las personas buscando placer. – respondió sin tabúes.

Inmediatamente un joven caballero de aspecto delicado se acercó a ellas, guiándolas a una habitación privada del mismo contorno que el resto de la casa, solo que, con las más cómodas sabanas rojas. El joven no era mayor de diecisiete años, de una piel ligeramente aceitunada, probablemente era originario del mediterráneo, sus ojos verdes así lo delataban, además de los rasgos característicos de su ascendencia. Confirmo con voz andrógina que su nombre era Ghali, y que esa noche estaba a su servicio, dando una especial atención a Emma al momento de pronunciar esas palabras, lo que enrojeció las mejillas de la heredera en un claro conocimiento de lo excitante de la situación.

Placeres SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora