Capítulo 17

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Gael aún estaba con Dallas en la mansión cuando escuchó un auto acercándose, se puso alerta porque solo dos personas sabían que él está a ahí, se acercó a la ventana y cuando vio que era Franco, salió rápidamente seguido del hombre mayor.

—¿Pasó algo? —preguntó preocupado.

—No, no, es que... —Franco sonrió saboreando el momento de poner nervioso a su amigo.

—¿Qué? ¡Habla ya!

—Rita y Obed pudieron sacar a Perdita de la hacienda.

—¿Estás seguro? —el corazón le empezó a latir acelerado.

—Sí, fueron a la cabaña de... bueno, de Perdita... tú me entiendes.

—Gracias —le dijo con un suspiro de alivio

—¿Estás listo para casarte?

—¿Casarme? Pero ¿la boda no era en dos días?

—Sí, la boda con Obed, pero Kenia y Rita arreglaron todo para que te cases con Perdita, hoy, mañana, cuando tú quieras.

—¡Sí! —gritó emocionado e iba a ir por su moto, pero Dallas lo detuvo del brazo.

—Espera, muchacho, no pensarás casarte con esa pinta. ¿O sí?

Gael vio su chaqueta de cuero y sus jeans negros y estuvo de acuerdo con ellos. No podía casarse así.

—Tienen razón, voy dónde Aldo.

Dallas y Franco se quedaron viendo cómo se alejaba a toda velocidad y sonrieron

—A Abasolo le va a dar un infarto cuando sepa que su nieta se casó con Gael Villaseñor comentó Dallas de pasada.

—Gael Villaseñor nos va a matar cuando se entere de lo otro —comentó Franco con una sonrisa.

—¿Obed y tú tienen seguro de vida?

—No, Dallas, aun así, quiero ver eso, voy por el sacerdote y por Kenia, o será ella quien me mate si se lo pierde.

—Vamos, yo también quiero estar ahí.

Gael no tardó mucho en llegar a la posada de Aldo que ya lo estaba esperando, lo saludó feliz y abrazó con alegría.

—No pierdas el tiempo abrazando a este viejo —lo reprendió el anciano con cariño—, mejor date prisa, que esa niña ya te esperó muchos años.

—Sí, Aldo, gracias —sonrió y tomó la llave que el hombre le daba.

—Te veo en la cabaña.

Gael subió la escalera de dos en dos porque ya no podía esperar mucho tiempo más, el corazón le latía apresurado mientras se bañaba recordando aquella última vez que había tenido a Perdita en sus brazos, hoy era el día que al fin volvería a tener con él a la mujer de su vida.

Cuando terminó con el baño, se vistió con un traje de color negro, una camisa gris y una corbata de un color más oscuro, ni siquiera se molestó en verse al espejo, solo se peinó el cabello hacia atrás y salió rápidamente, Carlos le había enviado un mensaje diciéndole que le habían dejado un auto en la posada.

Fue a montarse en el y condujo hacia la cabaña, era el momento, la espera estaba por terminar.


En la cabaña, Rita llevó a su renuente amiga a la habitación principal y casi la obligó a bañarse y ponerse un vestido de fiesta que, previamente, había dejado sobre la cama.

—Me dijiste que íbamos a acampar —Perdita la miró inquisitiva—, no se acampa con vestidos de noche.

—Es solo una reunión, con los amigos de Obed, después nos iremos al lago.

Perdita (mujer perdida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora