Capitulo 2

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Alianzas inesperadas

Ese dolor de nuevo... Iniciando en mis sienes y recorriendo mi craneo, siempre era el mismo dolor después de las desveladas de trabajo en la mafia.

Un minuto, ¿No estoy muerta?

Abrí los ojos.

No estaba muerta, estaba viva y respiraba. Y yo que pensé que había muerto, pero... ¿Dónde estaba?

A mi alrededor pude ver un departamento completamente normal, estaba acostada en un sofá de un colorido estampado de flores rosa pastel y fondo amarillo claro; enfrente del sofá había una mesa de centro pequeña de madera, en ella estaba un control remoto, algunos dulces de café en un traste de cristal, unos audífonos de cable y una radio portatil; delante de esa mesa estaba una televisión algo antigua de color gris sobre un mueble de madera al cuál le faltaba ser barnizado desde hace tiempo.

Mi arma... Pense

Voltee a los lados buscando mis cosas, mi arma, mis municiones y mi equipamento básico... Pero no estaba a la vista.

Trate de levantarme y entonces me dí cuenta, mi hombro estaba vendado y lo tenia en un caballete que estaba puesto en mi pecho, alguien me había salvado, pero... ¿Quién?

Al final pude ponerme de pie y pude ver que cruzando la sala, en la mesa del comedor, estaban mis cosas, sin pensarlo dos veces avance a ellas, al llegar a la mesa tome mi chalecho, me quite el caballete y la venda y me lo puse, la verdad mi brazo no estaba tan mal, la bala solo me atravesó, metí los cartuchos de mi arma en sus lugares y al final tome el arma, revise cuantas balas tenía, estaba como la había dejado, con una bala en la cabina, al cerrarla la mire por un breve instante, entonces recorde lo que paso la noche anterior. Alex...

No fue un sueño... Ya no lo volveré a ver... Mi Alex...

Estaba muerto, ví su cuerpo caer en el frío asfalto de la noche, ví su sangre regada a mitad de la carretera... Y ví también la cara del tirador... Bill.

No pude evitar que una lágrima se escapara de mis ojos y rodará por mi mejilla... Había perdido a la persona que más conocía y en la que más confiaba... ¿Qué iba a ser de mi vida sin él?

El ruido de la puerta abriéndose interrumpió mis pensamientos, yo reaccioné y apunte en dirección al sonido con velocidad. Estaba lista para disparar si fuera necesario.

En el marco de la puerta había una mujer de unos 25 años, de piel blanca, ojos grises, cabello rubio corto y de mediana estatura, cómo la mía. Al instante de verme apuntándole soltó dos bolsas que traía en las manos para luego levantarlas en señal de rendición de manera muy lenta, abrió los ojos cómo platos al ver un arma cargada con la boquilla en dirección a su cara, pero... Era asombro sin miedo.

-Ya despertaste... Que bien- dijo muy sorprendida pero, cómo dije, sin miedo, cómo si jugará.

-¿Dónde estoy?- pregunte fría y con el dedo aún en el gatillo

-En mi casa, te encontré y te traje al verte sangrando y herida... No nos siguió la policía, tranquila, ni menos la mafia ¿Vale?-

-¿Quién dijo algo de mafia?- acaba de delatarse...

Sabe algo y lo dirá aunque sea lo último que haga.

Mi conciencia y yo siempre coincidimos

-No no no, tranquila, ¿Si? Yo se de la mafia porque estuve ahí, ¿okey?- hablaba cómo si ella fuera quien jugará conmigo

-¿Quién eres?- pregunté aún fría, necesitaba información

-Nadie de quien debas temer- dijo y saco un arma de su espalda baja, yo rectifique mi postura en preparación de tiro y aprete la quijada de manera amenazante, pero ella, contrario a lo que pensé, dejo el arma en el mueble de madera al lado de la puerta y volvió a levantar las manos en señal de rendición. Aún así no deje la firmeza de mi postura ni quite el dedo del gatillo del arma sin seguro en mis manos. -Puedes confiar en mi

-No has contestado mi pregunta- dije entrecerrando los ojos y lanzandole una mirada fría.

-Que rápido se olvidan de una allá adentro. Soy Alice. Pense que me recordarías Alma.

Baje el arma... ¿Alice? ¿Alice Jones? Pero dijeron que murió, que fue ejecutada por traición... ¿Cómo era posible que estaba viva? Ahora se veía diferente. Mis ojos se habían abierto cómo platos. No pude evitar verla de arriba abajo y regresar la mirada. Su cabello antes era negro y largo, y ahora es corto y rubio, ya también está más delgada.

-¿Alice?- no contuve mi asombro en las palabras que salieron de mi boca...

-La misma que viste y calza- dijo mientras se agachaba para recoger lo que se salió de las bolsas con el impacto de la caída para después alzarlas y llevarlas a la mesa del comedor a mi lado. La seguí con la mirada, guarde mi celular y cartera en mis bolsos y el arma la coloque en su funda que ya me había colocado junto con el chaleco.

-¿Quieres comer? Yo sí- se acerco y  sacó del refrigerador un toper con huevo revuelto y jitomate dentro, sin calentar y con una cuchara comenzo a devorarselo casi todo. Me indico que tomará asiento enfrente de ella y así lo hice. No confiaba en ella del todo aún después de creer conocerla, mi mirada era fría y sin expresión, estaba erguida mientras ella se jorobaba para seguir comiendo de una manera bestial, parece que no había comido en días...

Se detuvo, dejo de comer, dejo la cuchara al lado del toper, se sentó recta y me miro, cómo si me estudiará. Yo no le aparte la mirada. Y entonces hablo:

-Si, también es un gusto volver a verte querida- sonrió al final, cómo si de mi se compadeciera... No necesitaba compasión.

-¿Cómo me encontraste?

-Pues... Fue fácil, tu y Alex dejan varias huellas en sus entregas y trabajos- dijo mirandome a los ojos y con algo de sarcasmo en la voz.

Cómo si tu lo hubieras hecho mejor cuando estabas con la mafia

-¿Por qué me salvaste?

-Eso no importa, lo que importa es que estas viva y ahora podremos decifrar esto...- dijo sacando el papel de su bolso, el papel que me dió Alex

-Devuelvemelo- dije amenazante
Ella lo extendió hacia mi y yo lo tome, más no lo abrí... No se si estaba lista

-Lo que hay dentro es de vida o muerte para ti.

Volví la vista a ella. Al mirarla entrecerre los ojos

-Lo voy a preguntar una última vez, ¿Por qué me salvaste?

Se me quedo viendo por un momento, cómo si buscará las palabras para decir algo.

-Leela y lo sabrás- se puso de pie y dejando su comida a medio acabar en la mesa, avanzo al mueble de la puerta, tomó las llaves, me dedicó una última y rápida mirada antes de que abriera la puerta, yo la detuve:

-No confío en ti- dije poniendome de pie de la silla

Retrocedió un paso y me miro

-Crea tu juicio después de leerla- dijo y avanzó saliendo de la casa cerrando la puerta detrás de ella.

Yo me quedé ahí parada con la carta en una mano y un dilema de abrirla o no... Al final lo decidí, abrí la carta con ambas manos y comencé a leerla:

Querida Alma...

Nunca ConfíesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora