𝘈𝘋𝘌𝘔𝘈𝘚 𝘋𝘌 𝘔𝘐.

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2 de septiembre del 2021, Buenos Aires.

Llevaba una hora hablando con Lisandro y milagrosamente no me había chamuyado ni siquiera me tiro un comentario picante, me estaba escuchando llorar e intentaba hacerme entender que mejor sola que mal acompañada.

—Y ahora no sé qué hacer, me gusta tenerlo cerca... pero...—Tragué saliva mirando la nada, estaba a oscuras sentada en el piso de mi habitación, la única luz que entraba era la del baño. Indira todavía no llegaba y deduje que no iba a venir.

A mí me parece que necesitas alguien que te de atención nomas Solana. Y Enzo no es el que realmente te la va a dar—Escuchaba su voz algo metálica del otro lado.

Lisandro había sido bueno escuchando, pero le encantaba tirarle mierda a Enzo, aunque después en los entrenamientos eran mejores amigos.

— ¿Lo decís para tirarle tierra o realmente lo pensás?—Pregunté frunciendo el ceño viendo mi teléfono en el piso a mis pies.

Escuché como se rio y me quedé seria esperando que me responda.

—Me gustaste desde que te vi, y en el lugar de Enzo en vez de alejarte de todo te hubiera enseñado a controlarte. No es suficiente para alguien que se aburre rápido—Parecía que él me conocía desde siempre, había algo en Lisandro que me incitaba a seguir hablándole. Tenía un misterio en la voz, en la forma de ser que me estaba tentando desde que lo conocí.

—Te dije que vos no eras para mí—Acoté rápido mientras me ponía de pie para ir al baño llevándome el celular.

—Tenes la extraña sensación de que soy poco para vos y eso me motiva a enseñarte que no es así—Dijo entre risas mientras rodaba los ojos para buscar lo que había ido a encontrar en el baño.

—Lisandro...

—El martes viajo a Argentina. Me dieron una semana ¿me vas a dejar verte?

Iba a rematar lo que me había dicho, pero me quede en blanco por la iniciativa que tenía. Miraba la tintura en mis manos y deliberé que decir— ¿Solana?—Preguntó y tragué saliva apretando los labios.

Lo pensé un poco y negué con la cabeza—Nos estamos hablando, Lisandro.

Corte y la vi a Indira cruzada de brazos mirándome en el umbral del baño a mis espaldas— ¡Pelotuda, casi me da algo!—Grité mientras ella me miraba con un poco de tristeza

—Me imagino que ese no era Enzo—Dijo mientras entraba al baño para hablar conmigo, a lo que yo me empezaba a teñir el pelo.

—Efectivamente—Acoté sin mirarla mientras ella se sentaba en orilla de la bañera.

— ¿Y ahora?—Preguntó mirándome.

—Prefiero no tener nada serio—Murmuré frunciendo el ceño por el olor a la tintura.

—Haces bien, Lana. Es muy rápido para andar con alguien—Asintió apretando los labios mientras se ponía atrás mío para ayudarme con el pelo—Pero ¿Y Lautaro?—Pregunto de la nada haciéndome levantar la mirada del celular.

— ¿Qué tiene Lautaro?—Pregunté alzando una ceja.

— ¿No lo vas a llamar?—Indagó haciéndome reír.

—No sé si vos todavía no te das cuenta de que a Lautaro no le importo—Dije tapando el dolor que sentía con una risa un poco amarga.

—A mi me llamo para saber cómo estabas—La confesión de mi amiga me dejo en silencio mientras seguía tiñéndome el pelo—Te va a quedar re lindo el rubio—Soltó mientras veía un punto fijo pensando en qué le importaba a mi hermano cualquier cosa que tenga que ver conmigo.

MUÑECAS (scaloneta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora