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En eso estaba pensando cuando Candy dormida se dio la vuelta dejando sin querer un de sus piernas descubierta, mientras abrazaba fuertemente una almohada, que al parecer era Archie en su sueño. Albert se quedó helado ante tal espectáculo, la desnudez de su tersa piel lo sacudió y lo empezó a inquietar. Candy volvió a moverse para seguir abrazando a su almohada; dejando ver más piel sin querer. Albert sintió su sangre hervir; hipnotizado por el espectáculo se fue acercando lentamente hacia su amada rubia.


Candy en sus sueños corría alegre de la mano junto a su adorado Archie en Lakewood, y en eso estaba...cuando de repente sintió una mano sobre su boca y un cuerpo sobre ella, al mismo tiempo sintió con terror como unos labios besaban con pasión su cuello. Ella reaccionó espantada ante tal horror, y cuando abrió los ojos y descubrió que su atacante, se horrorizo al descubrir la identidad…era Albert. Él controló un poco la pasión que lo estaba quemando por dentro, y le digo al oído con pasión.


— Te amo.


Le quitó la mano de la boca pensando que ella le respondería a sus ardientes demandas, y cuando quiso besarla, al tocar sus labios, ella lo mordió, y lo empujó con todas sus fuerzas tirándolo al suelo.


— Salte inmediatamente de mi recámara, o grito.


Albert aturdido aun por la sorpresiva respuesta, se levantó y comenzó a limpiándose el labio que sangraba con dolor y sorpresa. Verla tan hermosa y sensual en la fiesta, lo había vuelto loco de deseo, y ese deseo se incrementó exponencialmente después haberla visto dormida sobre su cama. Sólo atinó a acercarse nuevamente y decirle en voz baja, tratando de calmarla.

— Necesito hablar contigo, por favor…necesito explicarte…yo necesito explicarte Candy que…

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Albert no pensaba en nada más que en la belleza que tenía enfrente de él, sus ojos celestes seguían desnudándola con la mirada; Candy llevaba una bata muy transparente. La chica se tapó con el edredón inmediatamente, al darse cuenta de la mirada llena de lujuria de Albert. Enfurecida; sus verdes esmeraldas destilaban fuego de rabia, dolor y desilusión, no lo dejó que terminara sus explicaciones.

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— Lárgate o grito —, él pensó que ella estaba bromeando, y verla con todo su pelo revuelto, lo alteró demasiado. En ese momento Albert había perdido la cordura por ella, la necesitaba. Al querer acercarse nuevamente a ella, Candy fuera de si, espantada, indignada, y furiosa gritó a todo pulmón.

— Mamaaaaaaá

El grito sorprendió a Albert, nunca espero esa reacción de la rubia. Albert, con dolor lo entendió… ella no quería nada con él en ese momento. Derrotado y avergonzado por su escandalosa conducta, salió de su recámara como el ladrón que entró esa madrugada por el balcón.

Nueva Opinión De AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora