Chocolate con cereza

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—S...son para tí, Ban. Acéptalos. —El aturdido joven peliplateado miraba la caja que la pequeña chica rubia le ofrecía con la expresión de estar recibiendo una bomba, y cuando por fin entendió lo que pasaba, se rió en tono burlón mientras masajeaba su nuca.

—Oye, ¿es un chiste? Elaine, ¿qué pretendes que haga con eso?

—¡Sé mi Valentín, por favor! —Exclamó decidida. No había margen de error, y en efecto, aquella confesión fue una bomba tal que hasta hizo que el albino soltara el balón que había ido a guardar.

Debía ser una broma. Es decir, a él le encantaba hacerla reír, pero aquello era demasiado. No se esperaba que ella intentara hacerle lo mismo, y se habría reído, de no ser porque sabía que aquello no podía ser una travesura retrasada de día de los inocentes. Era catorce de febrero, la caja de chocolate en forma de corazón estaba ahí, y ella estaba tan insoportablemente linda con su moño y sus mejillas rosas que él apenas podía contenerse. Eso, hasta que recordó quiénes eran los dos, y le dio la espalda tratando de no suspirar.

—Mejor olvídate de eso. Yo no soy un chico para tí.

—¿Y eso quién lo dice?

—Pues... —Justo en ese momento se escucharon voces cerca de las canchas donde estaban, y él tomó su mano rápidamente mientras la metía, junto con el balón, en el pequeño almacén donde se guardaban los equipos deportivos—. No hagas ruido.

—¡Ban! ¿Dónde estás? —dijo una voz chillona que no podía ser otra que la de Jericho, y Elaine hizo un puchero mientras otras dos se unían a la de la seguidora más leal del chico—. Aquí no está, Eastin tonta.

—Yo no fui la que dijo que lo vio, fue Megelda.

—Yo lo escuché de unos chicos del equipo de basquetball.

—Mejor dejemos de perder el tiempo y vamos tras él. —Los pasos del grupo se fueron perdiendo en la distancia, y cuando pasó un minuto de silencio, el chico objeto de aquellas atenciones suspiró con alivio. Eso, hasta que vio la mirada furiosa de la rubia, que a pesar de su tamaño logró amedrentarlo con su ferocidad.

—¿Y? ¿Por qué exactamente no eres "chico para mí"? —Otro suspiro, esta vez de cansancio, y el ojirojo se volteó para encarar a su amiga.

—¿Qué no es obvio?

—Pues no. ¿Qué tienen esas chicas que yo no tenga?

—Elaine...

—¿Es porque no soy candidata a tu club de fans? Lo siento, pero no podría, parece ser requisito tener unas bubis enormes, y no estoy dispuesta a caravanear a nadie para ganarme mi lugar.

—No digas tonterías. Tus bubis están bien, y no necesito que nadie me "caravane". Ni siquiera las conozco, son un montón de princesitas presumidas que tomaron a mal alguna broma que les hice.

Todo lo dicho dejó a Elaine con la cabeza como una campana, y le costó mucho esfuerzo el que no se notara. "Tus bubis están bien", había dicho. Pero, ¿qué quería decir con eso? ¿Que le gustaban? ¿Que le daban igual? Se ruborizó violentamente mientras cerraba el último botón de su suéter, pero en realidad, la parte de "princesita presumida" era lo que más le preocupaba. ¿Qué tal si a ella también la consideraba así? La razón de que se enamorara de él también tenía que ver con el día en que le gastó una broma, ¿eso la descalificaba?

—Ban, no te entiendo. ¿Por qué no quieres ser mi Valentín? ¿Es porque me parezco a ellas?

—¿Y en qué te pareces? Hasta donde sé, tú jamás te burlarías de alguien por ser como es, y eres la única persona en este sitio que me toma en serio. Un error, pero bueno, hasta a las más listas les pasa.

Chocolates de San Valentin - Especial de febrero 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora