—Mmm... —la sensación invadió su boca como una cálida explosión dulce, y el sabor del vino y el chocolate se mezclaron con los sentimientos apasionados que ambos sentían por el otro desde hacía más de una vida.
La morena se encontraba debajo de su esposo, ambos mirándose con adoración, y apenas el dulce mágico terminó de hacer efecto, el tan conocido fuego entre ellos despertó con fuerza. Apenas y lo necesitaban, en realidad. Para Escanor, no había licor más exquisito que el amor de Merlín, pero como sabía lo mucho que a ella le gustaba jugar, se entregó a sus planes para esa noche, los cuales fue evocando mientras la traviesa bruja se ponía las pequeñas trufas en cada uno de sus pezones para que las comiera. La amaba demasiado, y cuando llegó a casa esa noche que también era su aniversario, supo que era una de esas donde podría demostrárselo.
Merlín estaba en la puerta con una bata negra de seda, encaje y transparencias, su exquisito perfume floral puesto, y un tentador rojo cereza en sus labios carnosos. Era la personificación misma de la sensualidad y la belleza, todo un festín para sus ojos, que de nuevo se asombraban con su regalo de San Valentin. Había decorado el departamento donde vivían con lo mejor de su arte, y aquel lugar normalmente aséptico ahora parecía un altar para la diosa Afrodita. El lugar estaba iluminado con las cascadas de luces que había puesto aquí y allá, había cambiado las cortinas blancas por unas rojo y dorado, y había usado la misma tela para el mantel de la mesa que había comprado, una redonda como la de esa película con aires italianos que ambos amaban. La cena estaba compuesta precisamente con dicho tipo de alimentos, que eran sus favoritos, y una sola rosa roja adornaba el centro de ese banquete, una mensajera insinuante desde cuya posición iniciaba una línea de pétalos indicándole el camino a su habitación.
—¿Quieres cenar, o... cenarme? —le había preguntado. La respuesta era obvia. Él tomó su mano para besar sus nudillos, su respiración se hizo pesada y sus latidos se aceleraron. Entonces su estómago hizo un ruido protestando sonoramente, y la sensual morena rió mientras él se ponía de todos los colores—. Primero cenar, entonces. Ven. Cuéntame cómo te fue hoy, y después tendremos el postre en la cama.
Y así empezó. Lo que siempre era, lo que sería por siempre. Merlín no sólo era su esposa, también era su mejor amiga, y ambos rieron con una copa de vino en la mano de todas las cosas que les habían ocurrido en su día y que era lo típico de febrero. Aún no podía creer que una mujer como aquella fuera suya. Cada día le parecía un sueño, una bendición, y pese a los años que llevaban juntos, no podía evitar preguntarse frecuentemente porqué lo había elegido. La conoció cuando aún trabajaba para la familia Liones y era solo un simple empleado administrativo. Ella era una empresaria negociando con un inversionista potencial, no había forma en que acabaran relacionados. En el instante en que se miraron a los ojos, eso dejó de importar. Le sonrió, ¡y de qué forma! La poesía en su cuaderno de pronto parecía toda dedicada a ella, y su corazón no descansó hasta que fue capaz de volver a verla, a esa diosa morena de ojos ámbar.
«Hola, guapo», le había dicho coquetamente apenas se volvieron a ver. Y él cayó en sus redes con gusto, sabiendo que tal vez se estaba entregando a la más mortífera de las arañas. Quizá creía que podría sacarle información importante de la empresa, quizá quería un espía, o quizá simplemente estaba aburrida y necesitaba un juguete nuevo. Eso a él no le preocupaba. No era nadie, y si aspiraba a obtener de su parte algo más que sus poemas, lo único que le esperaba era una decepción. Pero se había equivocado. Lo que ella quería eran sus ojos azules, su boca de flores, su fuego interno, y había estado buscándolo tanto tiempo que por poco perdió la esperanza. Hicieron el amor el mismo día en que tuvieron su primera cita, y tras el acierto de hacerla reír tendidos en la cama, supo que ese debía ser el propósito de su vida.
—Te amo —había dicho en su entrevista, cuando se presentó ante ella con su curriculum y cuanto era metido en el portafolio—. Te amo, y quiero que me des la oportunidad de intentar hacerte feliz todos los días. —Era absurdo. Apenas se conocían, ella era hermosa, exitosa y fuerte, y él , él no era nada. Pero ella lo sabía. Era todo cuanto necesitaba en la vida, lo que había necesitado desde sus vidas pasadas. Entró a trabajar esa misma mañana, y en la noche, de nuevo estaba entre sus sábanas.
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Chocolates de San Valentin - Especial de febrero 2023
Fanfiction-¿Te enteraste? Es ahí -Sí. "Mi Dulce Gula". Llegó la época de San Valentín a la Preparatoria Britania, y la dulcería favorita de los estudiantes ya está lista para ofrecer a sus clientes los deliciosos chocolates que son su producto estrella de la...