Chocolate con menta

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El profesor de biología de la preparatoria Britania rogaba internamente porque sus estudiantes no hubieran ido a aquella tienda a buscar los famosos chocolates del amor. Era algo tan tonto. Tan fantasioso. Tan poco científico. ¡Tan aterradoramente efectivo! El guapo pelirrojo estaba sobre su mesa de laboratorio recién esterilizada con las piernas abiertas, el cuerpo cubierto de sudor, y su querido colega, el profesor Drole, con el miembro bien metido en su apretado anillo. La magia había decidido jugarle una broma a ese no creyente, y ahora, estaba babeando de placer mientras sentía sus poderosas embestidas tocar su punto más sensible.

Jamás pensó que se atrevería a declararse, jamás creyó que lo haría un catorce de febrero. Y por supuesto, jamás creyó que sería correspondido por aquel hombre tan insoportablemente sexy. Es que, ¡era tan masculino! Tenía toda la pinta de heterosexual, y él se había esforzado tanto en esconderse para poder acercarse que su amistad había resultado casi dolorosa. No importaba qué tanto intentara negarse a sí mismo lo que sentía, en el closet no cabían todos sus sentimientos por él.

Su porte pensativo, expresión solemne, su intensa mirada que lograba hacer temblar a cualquiera. Y luego, su corazón de oro. Su ternura, calidez y sensibilidad. Resultaba que ese enorme hombre que podía partir una roca con las manos también era capaz de sostener delicadamente a una mariposa entre sus dedos, y lo estaba demostrando en ese momento, sosteniendo sus rodillas abiertas como si sus muslos estuvieran hechos de papel. Un toque suave seguido por uno brutal que empujaba sus entrañas, salía lentamente haciéndolo sentir toda su largura, y acto seguido la metía de golpe, catapultándolo hacia atrás con un gemido.

—No puedo más. Gloxinia, debo ir más rápido, ¿ya estás listo? —Si se refería a la dilatación, estaba más que listo, y las contracciones en su anillo lo demostraron. Si se refería a su corazón, en realidad, aún había una cosa que le faltaba. Levantó sus manos para acariciar su rostro mientras lo pedía.

—Dímelo —susurró mirándolo a los ojos—. Por favor, dime que te gusto.

—No, no me gustas —afirmó con cara de piedra. Acto seguido sonrió, y esa expresión fue tan destellante que el pelirrojo sintió que estaba viendo un muro de diamante—. Te amo. Imbécil, no puedo creer que no te dieras cuenta que lo hago desde que solo era el nerd sentado tres asientos detrás de ti en la universidad.

—¡¿Qué?! ¡Gyaaah! —Soltó un grito cuando el musculoso varón le apretó las nalgas con fuerza, y mientras el ritmo de las embestidas iba en crescendo, trató de recordar cuándo es que lo había visto—. No puede ser. El chico alto y delgado del club de geología. ¡¿Ese eras tú?!

—Antes del gimnasio y del curso de autoestima. Te he seguido desde entonces, y ahora que te tengo, no te voy a dejar ir —Como si quisiera remarcar su promesa de amor con tintes de amenaza, tomó su miembro y comenzó a masturbarlo a la misma velocidad con que lo penetraba—. Me lo debes. Por esos años de ignorarme, por estos meses en el closet. Tienes que ser mío. Di que sí.

—Sí... —dijo en un gemido sintiendo como algo surgía de su interior—. Sí... —repitió con los dientes apretados mientras su cuerpo se iba poniendo en tensión y sus esferas se encogían—. ¡Sí! —rugió finalmente cuando alcanzó el orgasmo y una eyaculación tan potente que manchó la cara de su nuevo amante. Él se vino solo dos segundos después, y la ola que trajo fue tan abundante que pudo sentir como escurría sobre su inmaculada plancha metálica—. Drole... —susurró cuando por fin recuperó el habla—, te amo.

—Y yo a ti. No sabes lo feliz que me hace poder ser más que tu amigo. Por cierto, que deliciosos son estos chocolates de San Valentín. ¿Tus favoritos?

—Sí. Pedí al de la tienda que me diera sólo una selección de menta y chocolate.

—Mmm, es maravilloso. Creo que este sabor es como nosotros. Tú eres como la dulce y tierna menta, y yo como el sobrio chocolate oscuro.

—No hay mejor combinación.

—Ciertamente. Creo que probaré otro.

—¡Drole, espera! —Muy tarde. Ya había tragado la pieza completa, la fresca y azucarada sensación volvió a surgir entre los dos mezclada con una intensa llamarada de lujuria. Nunca creer en la magia había resultado tan placentero para un científico. 


***

Fufufu, soy traviesa ^///^ San Valentín se acerca, cocoamigos, pero como por hoy hemos terminado con nuestros chocolates, les mando un beso hasta que nos veamos mañana.



Chocolates de San Valentin - Especial de febrero 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora