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Todo se encontraba listo para irme a dormir menos yo, todo mi ser deseaba no volver a mi mundo “de ensueño”; todo lo que era mío ahora pertenecía a él.

No sabré si tan siquiera tenía género o es siquiera una persona. Evidentemente no lo es, ninguna persona podría meterse en tu mente, hacerte llevar al paraíso y poco a poco va bajando al infierno. Aún no sabré cómo le hizo, pero mis recuerdos me fallaban y no sé qué es real, apenas ayer se sentía tan bien todo, el orden y la tranquilidad de mis fantasías y la realidad estaban bajo control, sin embargo, ya no existía tal cosa afectando mi razón.

Al principio quería creer que al paso del tiempo todo iría mejor, algunas veces funcionan así pero él me demostró que esta sería una de esas excepciones.
Me daba un extraño consuelo saber que no importa que haya luchado, hubiera perdido sin gloria. Al menos no me di falsas esperanzas lo cual me habrían hecho sentir más deplorable, ahora acepto lo que va a suceder. Sin saber exactamente que.

La luz de mi habitación fue apagada, la puerta cerrada con tranquilidad dando paso a mi cuerpo a caminar tan lento que me llegó a desesperar.

Me sumergí entre las sábanas y a los pocos minutos el sueño me obligó a entrar en mis fantasías, sin alguna escapatoria y deseando que fuera una noche menos horrible, derramé la última gota real que me quedaba.

Entre mis sueños se presentaron mis mayores momentos de vida, como los mejores momentos de un programa o algún creador de contenido, aquello que le trajo más dinero o que al público le agradaba más. Esto era distinto; no era lo que más importaba en mi vida o lo mejor, ni siquiera fueron mis miedos o actos pecaminosos ni vergonzosos. Por primera vez en años, los recuerdos reales de una vida pasada me llegaron.

Las imágenes delataban todo instante, aquello que me acercaría a como me encuentro hoy, todo empezando a mi corta edad de diez años.

Sueños Corruptos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora