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Era obvio que mis gritos eran silencio, estaba en un sueño, que seguía luchando por despertar. Me levanté de aquella pesadilla en un cuarto que no es el que correspondía a mi departamento. Con miedo sabía que seguía algo más.

Todo sucedió tan deprisa que realmente me sentía con malestar, estaba a nada de vomitar si es que eso pudiera pasar en los sueños. Claro que sucede, todo es posible.

Quité la cobija que me cubría hasta la cabeza, me levanté siguiendo la única luz blanca que salía de una puerta entreabierta, al hacerlo me cegó y tarde unos segundos en recuperar la vista. Pero hubiera deseado jamás haberlo hecho.

Llegué a mi casa con el estrés al tope y pensamientos fatalistas, aquel día solo quería renacer en mis tantas fantasías, en los grandiosos mundos diferentes donde era la deidad toda poderosa, el Dios generoso o cruel.
Entonces fue ese día… Ese maldito día.

Volví a ver mi cuerpo y la falla blanca seguía ahí y más intenso qué antes, grité y traté de detener algo que ni siquiera sabía cómo había empezado y que era solo un recuerdo a manera de sueño.

En el sueño me había ido a dormir y todos mis deseos y fantasías se había vuelto realidad mientras dormía, creí que solo había sido una enorme y buena casualidad, sin embargo, los siguientes días parecía que literalmente viajaba a mis dimensiones a recrear mis historias, dormir jamás se había vuelto tan perfecto; mis horarios habían cambiado y ahora dormía más temprano y feliz, pero sin querer la realidad se me escapaba de las manos siendo llenadas por sus sueños, mis sueños.

Tras un año de esta maravilla se presentó ante mí lo que fuera que estaba en mi mente y ahora cuerpo, un cuerpo humanoide sin género ni rostro, solo la silueta blanca con fallas y un ruido de este mismo efecto, su voz si bien no tenía sonido la oía, me ofreció todo a cambio de todo. La realidad era un lugar cruel donde yo ya no quería existir más, la exigencia que quería no la podía ofrecer yo, la soledad me respiraba en la nuca, todo se me hacia tan pesado, no quería más presión así que acepté sin medir más allá o leer las letras pequeñas de aquel maldito contrato.

A este punto quería dejar de ver, podía sentir el dolor de mi cuerpo físico luchando por despertar, quería hacerlo, esta broma ya no parecía tener pinta de eso, le estaba exigiendo acabar con lo que fuera aquello.

Sus reglas fueron poco a poco mostradas, los recuerdos de lo que alguna vez fui ya no existían más, aquellos que alguna vez amé o me amaron no me recordaban, ni siquiera la puerta de mi hogar podía ser abierta, estaba en un encierro de fantasías muertas, de sueños corruptos. Lo que alguna vez había sido yo ya no era, lo que alguna vez fue mi realidad ya no era más de mi pertenecía, mi tiempo y mi futuro, todo aquello se fue regalado a él que al año del contrato se convirtió en mi martirio a pasar a un infierno personal.

La luz blanca abundó y el dolor ya era insoportable para mí, entre lágrimas y sangre pedía una explicación a lo que fuera que estaba frente a mí.

La respuesta fue dada a los pocos segundos.

Me arrepentí de haber caído a mis fantasías.
Lloré como nunca queriendo mi realidad.
Supliqué ver de nuevo los rostros de mis padres.
Deseé simplemente despertar y huir.

Quise pedir perdón y gritar, pero mis palabras no serían escuchadas.

Sueños Corruptos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora