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Ya habían pasado al rededor de dos días, las actividades de ese grupo de aventureros eran de alguna manera entretenidas, está vez habían practicado artesanía textil

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Ya habían pasado al rededor de dos días, las actividades de ese grupo de aventureros eran de alguna manera entretenidas, está vez habían practicado artesanía textil. Algunos tejieron, en este caso él hizo un muñeco de estambre.

Lo había hecho parecido a alguien, se encontraba apreciando su propio arte, no solo le recordaba a su amada, sino igualmente a un pequeño que cuido en el pasado.

Esto era pacifico, podía traer ese muñeco a todas partes, ahora no lo soltaba, lo traía cargando, justo como la pluma que alguna vez le regaló su "madre".

Esto la viajera lo notó, decidió solo observar como se relacionaba con el muñeco hecho por él.

Ese muñeco tenías tus características muy detalladas, aquel color de piel que tanto recordaba, tu cabello sedoso, tus ojos, el hermoso brillo.

Él se había dejado llevar muchas veces por sus instintos, y se arrepiente, no fue lo correcto en ese momento.

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Había pasado hace mucho desde lo ocurrido con Tartaglia, habían acabado en un acuerdo, si te "trataba mejor" te dejaria a lado de Scaramouche, claro él recién mencionado acepto solo para que ya acabará de hablar. De cierta manera igualmente hizo que ahora trabajaras en el palacio para al menos no tenerte encerrada todo el día.

Él fingió contratarte como si nunca te hubiera conocido, eso le molestaba, porque eras sirvienta oficial del castillo, limpias y servias en general a todos los Heraldos y soldados de rango alto. Pero te ocupabas más en la limpieza y preparación de armas, algo simple.

No eras la única, había muchísimas más, pero eras de las más jóvenes. Eras carne fresca para muchos de ahí, muchos soldados de rango bajo y novatos. Eso le molestaba a tu "novio", por eso prefería que sirvieras más a los altos mandos como él.

Habías estado trabajando, habías, porque ahora mismo uno de los Once te entretuvo. Uno en particular, uno que conocías muy bien, desde su olor hasta su toque. Estabas acorralada en la pared de su oficina.

Jadeos, gemidos bajos y la ropa de los dos haciendo fricción eran el sonido que se escuchaban por su oficina. Sus manos recorrían tu cuerpo, delicados toques, saboreando totalmente tu forma. Ese uniforme te hacía ver linda, tan obediente bajo sus órdenes.

Sentías sus besos en tu cuello, pequeños mordiscos dejaba, marcando su paso, los lugares en los que él había estado, marcando lo que le pertenecía. Tus manos luchaban por tu libertad, estaban en su pecho tratando de alejarlo de ti.

—B-Basta, estoy trabajando.

Este hacia caso omiso, sus necesidades eran más importantes que ahora las tuyas. Sus manos bajaron a tus caderas, era delicado, trataba de no lastimarte.

『𝑨𝒏𝒈𝒆𝒍』(𝑾𝒂𝒏𝒅𝒆𝒓𝒆𝒓 × 𝑳𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒂)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora