Capítulo 3

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Había dormido con el hijo de su jefe. Ese es el primer pensamiento que cruza su mente por la mañana, mientras despierta en aquella habitación. Se gira y no lo encuentra a su lado, pero puede escucharlo en el pasillo, mientras nota los empaques plateados en el suelo. Si, lo habían hecho más de una vez aquella noche, aún después de la broma de engendrar un hijo en la primera cita.

-Chocolates caros, preservativos baratos- ríe un poco al reconocer la marca que ha visto en cualquier supermercado.

En una ocasión Elizabeth le había dicho que siempre debería llevar un empaque en su cartera o en la guantera de su auto, porque nunca se sabe cuándo te cruzarás con algún galán que te despierte esos instintos, pero lo cierto es que a ella jamás se le había pasado por la cabeza hacerlo con cualquiera.

-¿Despertaste?- le dice Arthur entrando a la habitación- ¿Eh... quieres hotcakes?

-¿También cocinas?

-No, los pedí por delivery, pero si quieres algo diferente, puedo pedírtelo... o podemos salir.

-Te tomo los hotcakes, además creo que aún tenemos muchas cosas que hablar.

-Claro, te espero en el comedor.

***

Esa había sido una extraña plática, Arthur no mentía, recordaba todas las ideas que ella alguna vez le había dicho y también parecía conocer bastante los rubros de su corporación. Ahora era ella quien se sentía un poco acomplejada por la idea de estar rodeada por los altos ejecutivos.

Tenía conocimientos, es verdad, pero aún tenía mucho que aprender y estaba segura de que todos allí la cuestionarían y pondrían en duda si realmente tenía la capacidad, o Arthur sólo la había elegido por ser su "amante".

Si ese era el término correcto, por que ella también se había negado a aceptar una relación oficial con él, simplemente habían quedado en salir de vez en cuando. Suspira y entonces Elizabeth la llama desde la puerta.

-¿Tan buen partido encontraste en la fiesta que aún sigues pensando en él?- le dice mientras entra en su oficina.

-No, no digas tonterías- sacude su cabeza la pelinegra.

-Vamos, Diana dice que un hombre te invitó un trago y luego te saliste de la discoteca, así que... ¿te fuiste con él?

-Esta bien, te lo diré- resopla para luego tomar aire- Arthur Pendragon nos siguió hasta ese lugar con su chófer, en una camioneta que prestó, entró a la fiesta con un antifaz, me invito un trago, me regaló unos chocolates carísimos y dormí con él, ¿contenta?

-Merlín si no quieres decirme con quién te fuiste, no tienes que inventar una historia- niega la albina con la cabeza.

-¿Pero...? Si ustedes mismos estaban confabulando con él, podría apostar que fuiste tú quien le dijo dónde nos reuniríamos.

-Pues no fui yo- aclara Elizabeth- Es decir creo que le gustas y además desea que trabajes a su lado, pero... no lo creí capaz de llegar tan lejos y a ti tampoco.

-Bueno, te lo cuento por qué eres mi amiga y por qué aún no tengo una respuesta para él. Quedamos de salir nuevamente y su propuesta laboral parece ir en serio también.

-Es lo que dije, tiene muchas expectativas con tu trabajo, deberías considerarlo y también el darle y darte una oportunidad de estar juntos.

-Somos de mundos diferentes, igual estoy pensando mis opciones ¿Qué hay de ti? ¿Aceptaras también?

-Se lo comenté a Meliodas y me dijo que me apoyara en lo que decida, aún debo revisar alquileres y esas cosas, pero es casi seguro que aceptaré.

-Bien, me alegra escucharlo.

Chocolate (Historia de San Valentín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora