Contar anécdotas, o lindos recuerdos puede ser fácil y entretenido. Hablar de hobbies, de conspiraciones o de ovnis puede ser fácil y entretenido. Pero tocar las cicatrices que aún guardaba nunca pude hacerlo.
De verdad me hubiera gustado hablarte de todo esto, no para victimizarme, no para que te quedes conmigo, solo para que puedas comprender mejor porque a veces actuaba como actuaba, porque desconfiaba tanto de poder tener una relación.
La verdad es que yo nunca tuve a alguien que me cuide como un niñ@ debe ser cuidado.
Mi padre nunca estuvo de forma fija en mi casa, hasta que un día simplemente no volvió, no volvió a la casa y no volvió a hablarme ni por teléfono. No dejó ninguna explicación, nada.
Cuando mi mamá lo llamó, algo recuerdo poque era muy pequeña aún, el solo dijo que no volvamos a molestarlo, ni ella ni yo.
Mi hermano mayor abandono la casa poco tiempo después. Tampoco recuerdo haber pasado mucho tiempo con él, porque él estaba en un internado y solo volvía a la casa los fines de semana, días que además salía con sus amigos, así que no, nunca lo veía casi. Aun así recuerdo perfectamente como un día se sentó a los pies de mi cama y me dijo que ya no aguantaba vivir en esa casa, que se iba y que no regresaría. Y así fue.
Quede sola con mi mamá. Créanme lo peor que me pudo haber pasado.
Mi mamá me golpeaba desde antes que esto ocurriera pero aún recuerdo que antes por lo menos a veces, por las noches mi hermano me defendía. Recuerdo muy bien como una vez se puso por delante para evitar que yo reciba el golpe. Ahora, ahora nadie haría eso por mí.
Mi cuerpo vivía lleno de moretones y aún recuerdo como llorando me acurrucaba detrás de mi cama y pedía que por favor mi papá vuelva. Nunca pasó.
Era una niña extraña para mí demás familia, alguien sumamente callada. Para mí colegio solo alguien que sacaba buenas notas, ni recuerdo como eso era posible pero al menos gracias a eso nadie sabría que mi vida en realidad era un desastre.
Eso siempre lo oculte muy bien. Cuando llegaba con los ojos rojos o hinchados de tanto llorar al colegio me inventaba todo clase de escusas. Y en tanto a los moretones que me dejaba mi mamá, o a las cicatrices que yo misma me hacía en los brazos y cintura, nunca nadie los vio.
No sé cómo pero sobreviví ese tiempo, hasta que un día llegó el momento en el que decidí que era mejor que yo ya no siga viviendo.
Como les contaba yo ya me dañaba los brazos, pero siempre con un pequeño cúter y lejos de las venas, superficialmente.
Ese día en cambio, fui a la cocina por el cuchillo más grande y recuerdo claramente como tenía la intención de cortar todas mis venas. Vacía y rota yo no tenía nada ni a nadie. Les juro cuando les digo que a nadie.
Pero antes de que yo pudiera hacerme algo, mi mamá vuelve a la casa cuando no debía ser, como si algo la hubiera llamado a estar ahí lo más rápido posible, y me quita el cuchillo de las manos y más allá de eso, no recuerdo nada.
Ojalá las cosas hubieran mejorado desde ahí.
Pero las discusiones con mi mamá siguieron y ahora con un ligero cambio, ella se desmayaba y todos me culpaban a mí, todos en mi familia. Pensaban que mi mamá se estresaba porque yo "no le hacía caso". No sabían nada y por años desprecie a cada uno de ellos. Menos a mi abuela que a pesar de no saber, muchas veces me dio la única comida de mi día.
Crecí y me hice más grande. Mi mamá ya no podía golpearme pero si podía seguir discutiendo siempre conmigo. Y bueno en la media pasó que conocí a alguien.
Me gustaba un chico y yo a él así que comenzamos a estar juntos.
Aunque ahora vea para atrás y sepa con seguridad que fue la relación más tóxica que pude haber tenido, él me dio algo que nunca había tenido antes, a alguien.
Cada vez que yo tenía un ataque de pánico él estaba para calmarme, para hablar conmigo.
Nunca supo tampoco en todo el tiempo que estuvimos juntos, como tres años, todo lo que había pasado y porque estaba tan dañada y tan deprimida.
Crecí y lo nuestro termino cuando yo llegue a la universidad.
Al cambiar de aire, al irme a vivir sola lejos de mi mamá pensé que las cosas irían mejor. En parte si, en parte no.
Comencé bien el año hasta que comencé a salir con un chico. Disfrutaba las conversaciones con él y un día fue a mi cabaña a la que yo vivía sola. Estábamos bien, ya le había dicho que podía quedarse a dormir esa noche, pero de repente cuando sentí que él tocaba mi cuerpo sentí un gran rechazo y le dije que se vaya, que quería estar sola. Que se aleje.
No busque hablar con él de nuevo. Él sí me busco a mí, pero fui cortante al decir que no quería nada con él. Me centré en mis estudios y no volví a saber de salir con alguien.
Con la única persona que me juntaba entonces era con mi en ese momento "mejor amigo". Un chico de mi carrera con el que compartía mi gusto por el cine. Solo íbamos a ver películas o a comer comida rápida, nada más, yo nunca sentí nada romántico por él. Pero luego descubriría que él por mí sí.
Le fui clara obviamente, que no sentía nada y que no quería nada. Él hizo que entendía y me pidió seguir siendo amigos.Un día me invito a salir a conversar, ilusamente salí. No recuerdo que fue lo que hablábamos pero si recuerdo sentirme todo el momento muy incómoda, hasta que de pronto él se acerca demasiado a mí y me roba un beso. Hasta ahora que lo escribo años después aún puedo sentir repugnancia. Recuerdo como en ese momento las lágrimas caían por mi mejilla y él como si nada. Recuerdo que quise irme y él no me dejaba, le bajaba todo el rato el perfil y me hacía sentir culpable.
Era mi compañero de universidad así que lo tenía que seguir viendo.
Un día yo estaba en la biblioteca y se acerca a pedirme que baje para hablar con él. Nuevamente ilusamente fui.
Fuimos a un parque y él se sentó muy cerca de mí a pesar de mi incomodidad. Comenzó luego a recostarse en mi hombro y yo no sabía qué hacer. Le dije muchas veces que quería irme y él no me dejaba. No me retenía a la fuerza claro, pero aun así no podía irme.
Se hizo tarde, cayó la noche y yo aún no sabía cómo irme. Él estaba pegado a mí. Finalmente pude hacerlo, y durante el camino el me rogaba que yo forme parte de su vida, que quería algo seguro, que iba a congelar y que ya todo estaba mal en su vida. Por suerte ese día pude llegar a mi cabaña y nunca más cruzar palabra con él.
Ese mismo verano volví a caer en depresión.
Para segundo de Universidad el primer mes yo solo quería congelar. Me sentía sumamente mal, vivía llorando, vivía pensando que no podía seguir. No sé aún como pero seguí y siempre con buenas notas por lo que nadie se daría cuenta de la depresión que cargaba.
Ese año aún recuerdo haber pensado mucho en quitarme la vida. Tenía planeado como, tenía planeado a quien le dejaría cartas y que dirían aquellas cartas, sin embargo no lo hice.
En ese tiempo comencé a salir con otro chico. Todo bien, me gustaba salir a hablar con él hasta que me di cuenta que él era una persona sumamente egocéntrica, que en público no tenía reparo en ir a mi mesa a decirme que una hamburguesa no era almuerzo. Todo terminó con él cuando por mensaje un día me preguntó que hacía y yo le dije que comía torta, "vas a engordar" me dijo. Obviamente le deje claro que no volvería a hablarle y que lo que dijo estaba mal, el resto importancia pero yo seguí firme en no volver a hablarle.
Después de ese año comenzó la pandemia. Volví a sentirme más deprimida, y comenzó ahora otra tortura, la comida. ¿Recuerdan que en una historia anterior les dije que en pandemia baje de peso y cambie mi imagen? Bueno ahí está el resto de la historia.
En fin, no había conocido que alguien me quiera por como soy y que me cuide de forma tan linda como lo hiciste tú, sé que nunca leerás esto pero gracias por todo, el cambio que me sigue de aquí en adelante será volver a encontrarme y ser mejor por mí, cuidarme y también aprender a cuidar y querer a otros. Te extraño, te quiero, y te tendré un espacio en mi corazón siempre, aunque ya no esté contigo no olvidaré lo que significaste para mí, algo simple, algo bello, gracias.
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Ruptura
Short StoryAquí solo fui escribiendo cada noche de insomnio después de perderte de mi vida.