CAPÍTULO 6

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Al terminar la ducha extremadamente caliente decidimos ir a cenar algo para dormir ya con algo en la panza.

-¿Qué se te antoja comer?- Seth está parado frente al refrigerador.

-Quiero espagueti y una limonada muy helada- le sonreí.

-¿Pasta? ¿A esta hora?

-¿Que tiene?

-Bien, solo que no hay pasta, al parecer olvide comprarla- sacó su billetera- vamos a tener que ir a comprarla.

-Pues vamos, anda- lo jalo de la mano.

Salimos de la casa y nos subimos al auto camino a un supermercado a comprar la pasta y algunas cosas que necesitabamos para prepararla.

-¿Y sabes prepararla?- preguntó Seth cuando ya íbamos en camino.

-Si no supiera prepararla no te hubiera dicho que me llevaras a comprar los ingredientes, tontito.

-Más te vale que no se te queme o no le pongas sal y termine sabiendo a mierda- frunció el ceño.

El camino fue largo, estábamos bastante alejados de la ciudad y los minutos se me fueron viendo árboles y estrellas en el oscuro cielo de la noche.

Nos dirijimos hacía el supermercado más cercano que hubiera para comprar los ingredientes y muy en el fondo todavía seguía pensando en lo feliz que había sido éste día y disfrutando la tranquilidad que hasta ahora llevaba.

-Bien, que y que necesitamos?- Serh se dirigió a tomar un carrito para las compras.

-Pues, la pasta, algunos limones para la limonada y queso para ponerle encima a la pasta.

-Pues claramente los limones son para la limonada, a menos que quieras usarlos para la pasta y darle un sazón diferente- sonrió sarcásticamente.

-Que graciosito estas hoy, ¿comiste payaso?- ruedo los ojos.

-No, te comí a tí.

Empieza a caminar con el carrito y siento como mis mejillas se calientan. Idiota. Empezamos a caminar por los pasillos de la tienda buscando lo que necesitamos y parando de vez en cuando para ver algunos aparatos o comida que vemos.

-Mira- me enseña unos zapatos de bebé- crees que te queden?- rié.

-No me causa ninguna gracia- lo miro mal.

-Que genio, después de esa cogida pensé que estarías de mejor humor- me toma de la cintura para depositar un pequeño beso en la comisura de mis labios- ¿Quieres más?

Mi corazón se acelera y empiezo a recordar lo que hicimos en esa cabaña.

-Andando, se hará más tarde y tengo hambre- camino con el carrito dejándolo unos pasos atrás de mí.

Compramos los ingredientes y Seth compró un par de cajas de condones que según él "por si acaso".

-¿Entonces qué?- me pregunta cuando subimos al auto.

-Qué de qué?

-Los usamos de una vez?- me enseña la caja de condones con sabor a fresa que compró.

-Tengo hambre, no ganas- bufo.

-De acuerdo, luego no me insistas, eh- enciende el auto para regresar a la cabaña.

Pasaron algunos minutos cuando vi por la ventana un cachorrito a lo lejos que parecía estar solo.

-DETENTE!!!- grité.

-Que pasa?- me mira confundido.

-Regresa, regresate a la calle que acabamos de pasar- le muevo el hombro.

DULCE RENCORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora