5. Nuestros demonios

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"Espero les encante. Tuve muchos sentimientos encontrados escribiendo este capítulo. Espero lo aprecien mucho"

Capítulo 5
Olivia Rotshild

11:00 AM

—Y marcamos, uno, dos, tres, va. Manos arribas.

Seguí las instrucciones del coreógrafo, marqué la caminata tres veces y alce las manos justo cuando la iluminación se torno de un violeta oscuro. Jugué con mi cabello, imitando a la otra coreógrafa que tenía en frente.

—¡Perfecto! —alagó el hombre de cabello verde—, ahora vamos a la cargada.

Lo miré con miedo. Digamos que no era tan buena en las cargadas hasta el momento.

—Solo tengo que extender los brazos, ¿verdad? —cuestioné, viendo a los dos bailarines acercarse.

—Cariño, mira y aprende.

El hombre se secó los brazos de sudor y se acercó a los bailarines, quienes oprimieron una sonrisa al verlo marcar mi secuencia. Él hizo la caminata, alzó las manos y las dejo caer para que los hombres que, ya estaban a su costado, lo cargaran hasta hacerlo llegar a sus hombros.

—Ves, cariño. No es gran cosa—dijo mientras lo bajaban.

Asentí y me limite a volver a marcar los pasos una y otra vez hasta que ganara la confianza necesaria para que la cargada quedara perfecta. Y así fue. Casi una hora después, pero lo logré.

Ethan Babcock
2:15 PM

Había bebido toda la noche, deseando que esta puta pesadilla terminara. Mierda. Tendría que irme de Nueva York por culpa de mi maldito pasado. Y sentir que cada que lograba encontrar un puerto seguro este se me arrebataba, dolía. Dolía saber que nunca habría un final para mí. Estaba destinado a esto. A ser del tipo de personas que huyen de todo, hasta de sí mismos. 

A penas y me lograba mover de la cama. Sentía que todo iba muy despacio a mi alrededor mientras miraba a un punto fijo en la pared. Sentí un hilo tibio recorrer mi mejilla cuando intenté levantarme sin mucho éxito. Lo intenté una vez más, pero fallé. Tal y como siempre lo hacía. Me quede quieto, sin ganas de volver a luchar. Solo dispuesto a oír como mi corazón latía cada vez más lento. Quizás esto no era tan malo como creía, esta paz que sentía, esta ausencia de mi cuerpo me demostraba que, a pesar de todo, sí tenia una salida que anhelaba cada vez con más fuerzas.

Percibí algunos rayos de sol colarse tras mi ventana, dándole ese aspecto cálido a la habitación antes de cerrar los ojos. Estaba dispuesto a dejarme ir cuando oí una voz.

Su voz.

—Matteo—Alessa tocó la puerta—.Sé que esta aquí, ya hablé con la mujer. La del gato gordo en el piso de abajo.

Ella volvió a tocar, esta vez con más insistencia. 

—Ábreme la puerta. Mi abuelo me ha obligado a venir en metro y yo nunca he tomado uno. Aprecia el gesto— ella, forcejeo la manija. Deseé con todas mis fuerzas que pudiera entrar— Voy a romper esta puerta—se detuvo unos segundos. Como si recalculara lo que acababa de decir—. Vale, no se ni porque vine. Me largo.

No sé cómo logré respirar en ese momento. Solo sé que, con la poca fuerza que me quedaba, extendí el brazo y tiré la botella de vidrio que tenia en la mesita de noche. Esta calló y se rompió, dejando un sonido que retumbó en mis oídos por varios segundos.

Tu eres mi estrella #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora