Maquinaciones

86 4 0
                                    

Al llegar a casa, el príncipe Iltharis se dirigió hacia sus aposentos, situados
en el ala antigua del palacio de Monte de Plata, en la planta baja.

El edificio era sumamente antiguo, y esa parte no parecía haber sido sometida a muchas reformas en los últimos siglos.

Dos tapices de más de dos mil años de antigüedad colgaban de la pared,
conservados por la magia entretejida en ellos.

Los pasillos estaban flanqueados por bustos con la cara de elfos muertos milenios antes, pero que
aún eran recordados y venerados por sus descendientes.

Iltharis miró a su alrededor,sonriendo con afecto, y luego cerró la puerta
con llave.

Echó las cortinas para impedir que entrara la luz y luego se retiró
hacia las habitaciones situadas más al interior, cerrando las puertas con llave a su paso.

( Dark : Se la va a jalar !!! ..ok no jaja )

Una vez llegó a la habitación situada más al fondo de sus aposentos,
abrió con una llave un armario de cristal y sacó un narguile y algunas
varillas de incienso.

De dentro de una bolsita extrajo un narcótico de bastante dudosa reputación, además de muy costoso, y lo metió dentro del narguile antes de encenderlo, de modo que el aroma fuera ligeramente perceptible en todas las habitaciones y le proporcionara una explicación
plausible para cualquiera que se preguntara por qué había echado llave a tantas puertas.

Hizo girar la llave dentro de la última cerradura, que era muy sólida, al
igual que la puerta en la que estaba encajada.

Se había colocado en tiempos
más revueltos con el fin de proteger a los ocupantes de los asesinos
profesionales.

Para derribar esa puerta se necesitarían un grupo de elfos
fuertes, y mucho tiempo.

Una vez completados los preparativos, apartó los drapeados de la pared
y, con la facilidad de la larga práctica, presionó una placa que había en la
pared.

Una sección del muro rotó y dejó a la vista un pasadizo secreto que
había al otro lado.

Originalmente se había construido como una vía de escape para los ocupantes de la cámara protegidos por aquella recia puerta.

Iltharis cerró el panel secreto a sus espaldas y descendió por la rampa que recorría una larga distancia por debajo de la ciudad.

El aire se volvió más viciado, con olor a humedad. El pasadizo se hizo
más oscuro.

El príncipe Iltharis avanzaba por él con notable soltura, habida cuenta de la ausencia de luz.

Finalmente, sus pasos lo llevaron hasta un final sin salida. Allí levantó una mano y encontró otra placa situada demasiado arriba como para que alguien pudiera encontrarla por casualidad.

Se abrió otra puerta secreta.

Iltharis la atravesó y la cerró detrás de sí; a continuación extendió una mano y encontró una linterna colgada, que encendió de inmediato.

En aquel lugar, en las profundidades de la Tierra, protegido por
una gran cantidad de hechizos y de toneladas de sólida roca situadas por
encima de él, contempló un potente artefacto mágico.

En el centro de la sala se erguía un enorme espejo plateado. Estudió su
reflejo en él durante un momento, sonrió y tragó con nerviosismo.

Se pinchó un pulgar, untó sangre en la superficie del espejo e inició un hechizo de invocación.

A medida que salmodiaba, la temperatura iba descendiendo. Al
principio el espejo se veía nublado, como si la respiración de un gigante
estuviera empañando el cristal, pero luego, en sus profundidades, se hizo
visible una fría luz azul y la imagen del espejo se volvió más nítida, aunque ya no reflejaba el entorno del príncipe Iltharis.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 07, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Los viajes del santo y el dragón: Fate Apocrypha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora