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—Llegue

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—Llegue. — anunció el albino.

La pelirroja puso su dedo índice en sus labios haciéndole señal de que guarde silencio y subió la escaleras para que él la siga.

—No me traigas a tu habitación que me emociono.

Ella negó con una muy leve sonrisa ladina.

—Mi papá esta durmiendo, llego tarde de trabajar.

—Bien, controlaré mi voz.

—Gracias.

Lo había invitado a su casa, esa misma tarde. Tenía muchas preguntas y seguro él tenía respuestas. Por suerte ya estaba sobrio y muy feliz por recibir los mensajes de la pelirroja.

—Yo no le dije nada, te lo juro.

—¿Recuerdas lo de anoche?

—¿Eh?

—Te apareciste en mi casa, Hidan, borracho, a las dos de la mañana.

—¿Hice o dije algo malo?

—No. — sabía que ella estaba mintiendo.

—¿Sabes? Volviendo a lo de hace un rato recuerdo que Deidara me dijo algo sobre nosotros pero no recuerdo que.

—Eso no ayuda mucho.

—Como que le habían dicho que nos dejara en paz porque vos no querías estar con él.

Ahora todo iba tomando sentido.

—Hay alguien detrás de todo esto, si no se le dijiste explícitamente que yo no quería estar con él, alguien más lo hizo.

—¿No quieres estar con él?

—Yo no dije eso, no hablé con nadie de Deidara.

—¿Ahora harás realidad tu sueño de ser detective?

—Déjame en paz.

—Lo mismo decías cuando jugábamos a los detectives. — río.

—¿Puedo confiar en ti?

—Obvio, linda.

—Comencemos por llamarme por mi nombre.

—Si tu lo quieres, MikoKu.

La chica rodó los ojos.

F R I E N D S   |   HidanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora