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Las mirabas le quemaban

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Las mirabas le quemaban. Nunca había sentido algo como eso.

Lo único que quería era poder caminar en paz hacia su salón, pero era su segundo día y ya no era posible.

—¿Estoy en problemas? — se sentó al lado de su compañera.

—Graves, muy graves.

Suspiro.

—Todo el mundo habla de que ayer te subiste al auto de Hidan, nadie más que su novia lo hizo.

—Sabía que iba a pasar esto.

—Se que solo es tu amigo pero el resto no.

—Ni siquiera lo es, éramos.

—¿Pasó algo entre ustedes?

—No...

• • •
Dos años atrás

No lo arruines hablando de esa mierda.

—Hidan esto es en serio. — las lágrimas amenazaban.

—Kumi escucha. — tomó sus hombros —Sé que estás dolía por la muerte de tu madre, pero no puedes confundir esos sentimientos por amor hacia mi, solo me alejará.

—¿Ósea que me dejarás sola? ¿En estas circunstancias?

—No es eso, solo digo que no busques el mismo consuelo en mi, yo te puedo acompañar, como amigos.

—Pero yo no quiero que sea como amigos.

—Pero somos solo eso, Kumiko.

• • •

Durante el almuerzo le pido a Ino almorzar en el patio, alejados de la cafetería, no soportaba a las personas.

Pero mala suerte la seguía, justamente hoy el consejo estudiantil Akatsuki almorzaría junto a la fuente, afuera.

—¿No te dije?

—No. — miro mal a su amiga.

—Lo siento. — golpeó su cabeza —Todos los martes ellos almuerzan aquí, pero mírale el lado positivo son los únicos que no te miran mal, más bien ni nos miran.

—Excepto por cierto religioso. — la pelirroja chichaba sus dientes.

—¡Hidan! Tenemos que hablar. — una furiosa castaña gritaba mientras se acercaba al nombrado.

—Miruki, no interrumpas estamos ocupados. — la calló la presidente del consejo.

—Konan tiene razón. — el albino se cruzó de brazos —Además nosotros ya no somos nada. — sonrió —A no ser que sigas atrás mío.

—Claro que no. — se ofendió y antes de que pudiera seguir hablando el timbre para volver a clases la interrumpió.

—Cuanto chisme hay los martes en el patio, deberíamos almorzar siempre aquí. — hablo emocionada.

—Ni lo pienses, Ino.

• • •

Al salir de clases un mensaje de un número desconocido llegó a su bandeja. Le pedía verse en el baño. Le pareció extraño, pero no iba a quedarse con la duda.

Fue hasta allí y espero apoyada en la pared.

Nadie llegó.

Estaba enojada, la habían hecho perder su tiempo con una broma barata.

Salió del lugar en dirección a los casilleros, para tomar sus cosas e irse.

—Ayer no me invitaste ni un té. — se le acercó el albino.

—Deja de acercarte. — habló enojada —Solo generas más rumores molestos como tu.

—Así te quería encontrar. — la castaña entró en escena.

—No te preocupes Miruki, nosotros solo somos ami- quiso aclarar las cosas, pero fue callada por los labios del albino, se había tomado la libertad de tomar suavemente su barbilla y atraerla hacia él, todo en un instante.

—Eso mismo, no te preocupes, nosotros estamos bien solos. — modificó lo antes dicho por la pelirroja, sonriendo como arrogante.

La chica solo pronunció un "tsk" mientras se iba. Kumiko todavía no procesaba lo que había pasado.

—Y bueno, ¿Te llevo? — mostró sus llaves.

—No.

• • •

No había pedido explicaciones, sabía cual iba a ser su respuesta. La estaba usando y eso la enojaba.

Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos sin avisar, era mucha la bronca que tenia guardada y el sentimiento que creía haber superado años atrás se hacía presente, pero de una forma distinta.

—Hija. — tocaron su puerta.

—¿Hm?

—La cena está lista.

—Ya voy.

Una notificación en su celular la despistó. Deidara tenía su número, olvido que se lo había dado. La invitaba a tomar un café mañana por la tarde.

Acepto, quizá podía secarle información.

Mentira, era atractivo.

バイ • 海

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バイ • 海

F R I E N D S   |   HidanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora