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—Buenos días hermosa

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—Buenos días hermosa.

—Hm.

—Gruñona cuando te despiertas, no has cambiado.

—Si lo he hecho.

—¿Tu crees?

—...

—Tu cara sigue siendo la de la niña que se emocionaba con las flores de los sakuras, solo que ahora dark.

Soltó una pequeña risa al escuchar que la llamaba con ese apodo.

—Y no sonríes, me gustaba tu sonrisa.

La pelirroja no hablo y casi no respiro, esas palabras le hicieron sentir un calor por todo su cuerpo.

—Llegamos.

—Te veo luego.

—Ven al patio a almorzar con nosotros.

• • •

Los recreos los paso en el salón, Ino no había ido. Era de esperarse. En la hora de la comida fue donde el albino la había invitado.

—Hidan, quedamos no decírselo a nadie.

Deidara los miro por un segundo y luego llevo la mirada al piso.

—Merecía una explicación, es mi amigo.

La pelirroja se sentó cerca de Obito y Hidan la siguió.

—Perdí mínima posibilidad con ella, hm.

—Creo que nunca la tuviste. — Sasori miró hacia la chica donde de vez en cuando sonreía e interactuaba mucho con el albino.

—¿Tienes planes para el fin de semana? — Hidan preguntó exclusivamente a la chica.

—Yo no. — respondió Obito.

—No estoy hablando contigo.

El azabache hizo un puchero.

—Creo que no.

—¿Quieres venir a casa?

—¿Okey?

—Creí que lo rechazarías.

—Deja de meterte Obito. — el ceño fruncido y sus labios levemente apretados por el enojo revolvieron la panza de la pelirroja.

El albino volvió su mirada a la chica que lo estaba observando, este sonrío en respuesta a la conexión de sus ojos y Kumiko creyó que se iba a descontrolar.

—Bien, Hidan necesito que te encargues de esto.

—Ahg, ¿Por qué yo Konan?

—Porque solo debes repartí unos folletos por el pasillo.

—¿Quieren mejorar la calefacción?

—Así es. — explicó Itachi.

—Todavía no pasaste el invierno en esta escuela, linda.

—La idea es hacer rifas para recaudar dinero y que la escuela también ayude. — la pelimorada le entregó varios folletos.

—Vamos Hidan. — lo llamo para ir a repartirlos.

—A tus pies.

—¿Para que quieres a vaya a tu casa?

—Quiero pasar tiempo con mi amiga de la infancia. — hizo énfasis en aquella frase, quería molestarla, no lo logró —Y recordar los buenos tiempos.

—Que lindo de tu parte. — hablo con clara ironía.

—Trae la receta de panqueques que hacía tu mamá, yo compro los ingredientes.

—Bien.

• • •

—Creo que nuestra familia tiene mala suerte con los pelirrojos. — río Ino a través del celular, recordando la infidelidad que cometió su mamá con un pelirrojo.

—Bueno ya sabes, tócate una teta.

—Hablando de tetas, salgamos de fiesta este fin de semana.

—Te sigo rubia.

• • •

La semana había sido un desastre. Las miradas con Ino en el salón la ponían incómoda, los recreos las pasaba con el consejo donde su tortura no terminaba porque el rubio estaba allí. Sumado a los exámenes. Llego el fin de semana y en lo único que pensaba era en dormir.

Estaba por acostarse en la cama calentita que parecía llamarla cuando una lluvia de mensajes llego a su celular.

Era Hidan. Se había olvidado completamente del compromiso que tenía con el albino. Se alistó lo más rápido que pudo y fue para su casa.

—Perdón. — habló a penas la puerta se abrió.

—Te olvidaste.

—Si.

—Te perdono. — sonrió dejándola pasar.

—¿Gracias?

—¿La receta? — entraron a la cocina, ya estaban todos los ingredientes y utensilios.

—Me la sé de memoria.

—Bien, diga nomas.

Al tener el líquido homogéneo listo comenzaron a ponerlos en la panquequera.

—Mira esto. — el albino lanzó el panqueque al aire dándolo vuelta haciendo que caiga de vuelta en la sartén.

—Yo lo puedo hacer más alto.

Él arqueo una ceja pero al ver como el panqueque llegaba casi al techo abrió un poco su boca. No se iba a quedar atrás, siguió intentando, en el proceso se rompieron varios y las burlas de la pelirroja no eran de ayuda.

—Me rindo. — rompió otro panqueque —Siempre eres mejor que yo en todo.

—Lo sé.

—Lo sé

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バイ・海

F R I E N D S   |   HidanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora