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Al día siguiente parece que Hidan se había tomado en serio las palabras de Kumiko, a pesar de besarla, hoy en la escuela estuvo todo mucho más calmado. Nadie habló de aquel contacto entre ellos. Sorprendente. Mejor para ella. Ni siquiera se lo contó a su única amiga, quería olvidar eso.
A las tres de la tarde, tal como habían acordado la pelirroja se encontraba entrando a aquella vintage cafetería donde Deidara la había invitado.
—Buenas tardes. — se acercó a la barra —¿Podría ser un capuchino?
—En camino, señorita. — el encargado se dio vuelta.
—¿Deidara?
—Él mismo, limpio algo por aquí y ya termina mi hora, ¿Quieres esperarme en la mesa 4? — habló mientras se secaba las manos.
—Hm, no olvides sacarte el delantal.
• • •
—Listo, aquí está su bebida, hm. — se sentó enfrente.
—Gracias, deja de hablar así.
—Órdenes del superior. — levantó las manos inocente.
—Así que trabajas aquí.
—Desde que murió mi mamá el sueldo de mi padre alcanza para lo justo, es comisarío.
—Entiendo, lo lamento.
—No te preocupes, tú me debes entender más que nadie.
—...
—Puede que a Hidan se le haya escapado lo de tú madre y-
—No voy a hablar de esos hechos con un desconocido.
—Está bien, lo siento. — hizo una pausa —¿Ya sabes que vas a estudiar?
—Criminología.
—Interesante, yo voy a ir a la universidad de arte.
—¿Entraste?
—¿Te sorprende?
—Hm, se que es difícil entrar.
—Los profesores quedaron fascinados con mis esculturas de arcilla, hm.
—Me gustaría verlas.
—¿Si? Luego del café podemos ir a mi casa.
—Claro.
—...
—¿Por qué te preocupaste tanto por mi la vez pasada?
—Se lo que hace Hidan, es mi amigo y lo quiero, pero no quería que juegue con el corazón de una chica tan linda.
—Fue por interés.
—No, es decir-
—Si hubiera sido otra que no te importara no le hubieras dicho.
—Tienes razón, pero tampoco es malo ¿No? Solo quería que no te enamores de él. — se cursó de brazos.
—No. — su ceño se frunció.
—Ósea, ¿Tengo una oportunidad?
—Te la ganaste. — sonrío levemente.
• • •
—Aquí es. — entraron al edificio.
—Que grande.
—Heredamos este departamento de mi abuelo.
—Hm, ¿Piso 4?
—Si, a él le gustaban las cosas macabras, somos los únicos que vivimos en este piso. — abrió la puerta —Pasa, en mi habitación están las esculturas.
—Son hermosas. — realmente quedó sorprendida, Deidara sonrió con orgullo.
—¿Quieres que te dibuje?
—¿Puedes? — lo reto.
—Claro que si, hm. — tomó algunos lápices y preparó el boceto.
—¿Y bien? — luego de unos minutos sentada esperando el resultado pido verlo.
—Todavía no está listo.
El timbre sonó.
—Que raro, ¿Quién será? — el rubio se levantó para ir a abrir la puerta.
La pelirroja aprovechó a echar un vistazo al dibujo, era un retrato idéntico.
—Deidara, estaba en el centro y pase a visitarte.
La voz masculina se le hizo conocida, asomó su cabeza por el marco de la habitación. Hidan.
—¿Kumiko? ¿Qué haces en su casa? — frunció el ceño —En su habitación.
—Tuvimos una cita. — se apresuró a decir el ojiazul.
Hidan observó a la chica, quería confirmar esto. La cara de ella era indescifrable ¿Cómo iba a saber?
—Hm ya veo, de todos modos ya me iba, venía a saludar únicamente.
—Está bien. — la pelirroja se dio vuelta para volver a la habitación —Vamos Deidara. — su voz sonó demandante.
—La siento amigo. — le guiñó un ojo.
¿Él se iba a acostar con su amiga de la infancia?
Ignoro el extraño sentimiento en su pecho mientras salía del lugar.
—¿Entonces? — miró al rubio.
—Si ya la viste.
—...
—Quiero críticas.
—El tono rojo que elegiste para pintar mi cabello no es el mismo.
—¡Claro que lo es!
—No, el mío es más apagado.
—Hm, la próxima elige los colores.
—Hecho, deberías saber eso si vas a estudiar arte.
—Estoy en proceso, hm.
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