12 𖤐 pareja perfecta

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Con un suspiro y el recelo creciendo en su pecho, una rubia Seulgi de cortos y maravillosos quince años, tomó asiento en la fresca banca de metal en el pasadero del extenso parque, repleto de flores rosadas en los grandes árboles de cerezo, admirando con un cálido sentimiento en el pecho la agradable vista.

Las doradas hebras se sacuden con gracia por la tenue brisa, haciéndola lucir aún más irreal.

Su estómago se retuerce de nervios y emoción, moviendo rápidamente su pierna de arriba a abajo en una señal de desespero y ansias.

Taehyung la había citado allí un par de horas antes, tan repentino y de último momento que no tuvo siquiera tiempo de procesarlo. Se alistó lo más rápido que pudo, luciendo un precioso vestido blanco, estampado de flores rosa pastel, llegando puntualmente.

Le echó un vistazo al reloj en su muñeca, mismo que daba justo las cinco en punto, ni más ni menos.

—¡Seul!

Su corazón se sacudió con furia ante el llamado, escuchando con claridad la voz agitada de Kim.

Su voz era agradable, aún no acababa de madurar, por lo que un tono dulzón, entre agudo y maduro, se mezclaban, formando una maravillosa melodía.

Con los nervios a flor de piel, se puso de pie de un brinco, ordenando sus —ya perfectamente arreglados— rubios cabellos. El aire se acumuló en su pecho, reuniendo valor.

Una sonrisa creció en sus labios forrados de brillo labial rosa suave, y un bonito bermellón se extendió con gracia en sus mejillas.

—Perdón por... por llegar un poco tarde, e-el autobús se fue antes y tuve que venir a pie. —explicó Taehyung entre una corta risa, apenado y con los cachetes colorados, acercándose los pasos que le faltaban hasta estar frente a la menor.

Bajó ligeramente su cabeza para admirarla correctamente, sonriéndole con mucho cariño, uno puro y sin segunda intención. Seul se veía tan, tan bonita.

—Te ves... —inició, su voz tropezando ante lo anonadado que se encontraba —increíble, no sé cómo es que eres tan preciosa. —murmuró, apenado al expresar su sentir.

Y Seulgi sonrió aún más enorme, mostrando la paleta de apelarlados dientes perfectamente alineados.

Ya sabía lo bonita que era, pero el que Taehyung fuera quien se lo dijera, elevaba al mil sus latidos.

—Tú también te ves...

La rubia cortó sus palabras, sus ojos subiendo y bajando lentamente sobre la silueta de Taehyung, atento a las palabras de la chica.

Una mueca se torció en sus labios, desviando su mirada.

"¿Esa era su mejor ropa? Mínimo haberse peinado, dios mío."

—Luces bien. —terminó por decir Seul, su sonrisa volviendo, ignorando por completo sus anteriores pensamientos.

Taehyung rió en agradecimiento, extendiendo sus manos, hasta atrapar entre sus largos dedos, las pálidas y pequeñas manos de Seulgi.

Las acarició, a la par que sus ojos se fundían en un puro amor, uno tan sincero e inocente, al menos de parte de uno de ellos.

Se miraron eternos segundos, hasta que la curiosidad dominó a la chica.

—TaeTae, ¿para qué me citaste? —cuestionó en voz baja, ladeando de manera encantadora su cabecita rubia.

Alejó una de sus manos barnizadas de fucsia de la cálida de Taehyung, llevándola a los desordenados cabellos color chocolate, acomodándolos con cuidado.

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