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Estaba acostada, sintiendo el cálido calor que emana a el cuerpo contrario, Tamaki se aferraba a mi, como si fuese lo único que quisiera en el mundo, hoy era el último día que lo tendría conmigo, quería disfrutar cada parte de él.
-. Tama... Prométeme algo. ¿Si?
-. ¿Qué cosa...?
-. Nunca te olvides de mí, no importa si me recuerdes con odio, pero no quiero que te olvides de mí, ¿Si?
Él asintió, acaricié sus finos cabellos, su respiración chocaba contra mi pecho.
...
El cielo nocturno inundó toda la zona, la única luz que había era de las estrellas y la hermosa luna llena, el de orejas puntiagudas había preparado un par de cosas que quería llevarse, entre ellas, las cosas que le regalé.
Yo llevaba un buzo negro y unos pantalones del mismo color, con unas zapatillas las vuales tenían un par de manchas de quién sabe qué. El contrario llevaba casi lo mismo, con la diferencia de que sus zapatillas estaban limpias.
Salimos con cuidado de mi cuarto, vigilando que no haya nadie de la liga merodeando por la gran guarida, con cuidado fuimos caminando hacia la puerta principal, salimos con éxito del lugar, agarré la mano de Tamaki y corrimos hasta estar lo suficientemente lejos del lugar.
-. Bien... Tenemos que llegar hacia la Yuuei.
Fuimos caminando, sin prisa hacia las grandes instalaciones de la U.A. al estar en la gran entrada de esta nos detuvimos.
-. Bien... Aquí nos vamos...
Él no dijo nada, solo miraba sus pies.
-. Adiós Tamaki, espero y que seas feliz...
No recibí nada. Antes de irme, lo abracé, no correspondio y eso fue raro. Me alejé de él, dispuesta a irme, pero algo me atrapó. Miré hacia abajo y uas cintas me estaban rodeando.
