Había una vez un hombre llamado Jack que decidió escapar de la ciudad y buscar la tranquilidad en una casa en medio del bosque. La casa era aislada y rodeada de árboles, lo que la hacía perfecta para alguien que buscaba escapar del ruido de la ciudad y desconectar de todo.
Una noche, Jack estaba sentado en su sala de estar cuando escuchó un ruido extraño proveniente de afuera. Pensó que tal vez eran los animales del bosque, pero algo dentro de él le decía que había algo más. Trató de ignorar el ruido y seguir leyendo su libro, pero el sonido se hizo cada vez más fuerte y persistente.
Finalmente, Jack decidió investigar. Salió de la casa con una linterna en la mano y comenzó a caminar hacia el origen del ruido. A medida que se acercaba al bosque, el ruido se hacía más claro y ahora podía escuchar lo que parecía ser una respiración profunda y pesada.
De repente, la linterna de Jack se apagó. Trató de encenderla de nuevo, pero no hubo respuesta. En la oscuridad, comenzó a escuchar un murmullo que se acercaba cada vez más. Unas ramas crujieron bajo los pies de algo grande que se movía hacia él.
El corazón de Jack latía fuerte y rápido en su pecho mientras trataba de encontrar su camino de regreso a la casa. Entonces, una sombra oscura lo envolvió y lo agarró con fuerza, impidiendo que pudiera moverse. Intentó gritar, pero no pudo emitir ni un sonido.
El hombre luchó con todas sus fuerzas, pero no fue suficiente. La sombra lo llevó lejos, adentrándolo aún más en el bosque oscuro. Jack nunca más volvió a ser visto. Los lugareños dicen que el bosque está maldito y que el que se adentra nunca vuelve a salir. Ahora, la casa del bosque permanece vacía, y nadie se atreve a acercarse a ella de noche