Había una casa abandonada en las afueras de un pequeño pueblo. Se decía que estaba maldita, que algo terrible había sucedido allí años atrás. Los habitantes del pueblo evitaban el lugar, pero los jóvenes del pueblo disfrutaban de explorar la casa y contar historias de terror.
Un grupo de amigos decidió pasar la noche en la casa abandonada, como un desafío a sus propios miedos. Se reunieron en el borde del pueblo al anochecer y caminaron juntos hacia la casa. Era una construcción grande y oscura, con las ventanas rotas y las puertas oxidadas.
Al entrar en la casa, los jóvenes notaron que el aire estaba frío y húmedo. El interior de la casa estaba cubierto de polvo y telarañas. El lugar estaba en ruinas, con muebles rotos y paredes desconchadas. Los jóvenes encendieron velas para iluminar el lugar y se sentaron en el suelo de la sala de estar.
Pasaron las horas y los jóvenes contaron historias de terror. Pero a medida que avanzaba la noche, la temperatura bajó aún más y la atmósfera se volvió más pesada. Los jóvenes comenzaron a sentirse incómodos y nerviosos.
De repente, uno de los jóvenes gritó. Había visto algo en una de las ventanas. Los demás se apresuraron a mirar, pero no vieron nada. Pensaron que era solo su imaginación jugándoles una mala pasada.
Pero entonces comenzaron a escuchar ruidos extraños. Eran sonidos que venían de las habitaciones vacías de la casa, pasos, murmullos y crujidos. Los jóvenes se miraron entre sí, asustados. Algo estaba pasando en la casa.
De repente, una de las puertas se abrió de golpe. Los jóvenes se pusieron en pie, pero no vieron a nadie. Pensaron que era solo el viento o algún animal que se había colado en la casa.
Pero luego comenzaron a sentir algo más. Una presencia oscura y malvada que parecía acecharlos en cada habitación de la casa. Los jóvenes comenzaron a sentirse acosados y amenazados. Intentaron salir de la casa, pero descubrieron que todas las puertas y ventanas estaban cerradas y bloqueadas desde el exterior.
Los jóvenes se dieron cuenta de que estaban atrapados. La casa estaba maldita y ellos eran sus prisioneros. Las velas comenzaron a apagarse una a una, sumiendo la casa en la oscuridad. Los ruidos se hicieron más fuertes y las presencias se hicieron más cercanas.
Los jóvenes intentaron luchar contra la maldición de la casa, pero era demasiado poderosa. Uno por uno, fueron cayendo presa de la oscuridad y la locura. Al final, solo quedó uno de ellos, encerrado en la casa maldita para siempre.