Mirar hacia atrás no era de su agrado en cuanto a su historial de vida. Le traía malos recuerdos de todas las desgracias que le habían ocurrido a lo largo de sus veintes. Sobre todo del amor.
Pero esta vez decidió voltear y no precisamente a través de sus recuerdos.
Estaba viendo a este chico extraño que le llamó la atención apenas un momento atrás. Su manera segura de caminar entre la multitud, la gracia que inspiraba al hablar con alguien cercano y el porte.
Definitivamente no miraba más de dos veces a una persona, pero él...
Dejó de verlo y se abanicó un poco para eliminar cualquier rastro de calor en su cara. No podía permitirse que sus mejillas estuvieran rosadas. Vio hacía el frente hasta encontrarse con su mejor amiga, Arienne, que había organizado esta fiesta para celebrar su compromiso con John. Sonrió al aire, cubriéndose la boca con el abanico, orgullosa de su amiga y todo lo que había logrado en esos últimos meses al encontrar a su compañero de vida.
<<John es su compañero de vida>>, pensó. Una punzada en su corazón hizo que dejara de sonreír.
¿Estaba mal sentir celos por lo que tenía ella? Ese amor que desprendían, las risas y miradas confidenciales, verlos tomados de las manos con timidez y esa aura chispeante que los rodaba cuando estaban juntos.
El amor, lo que a Dalia tanto le costaba entender y Arienne había encontrado en su prometido.
Cerró el abanico con fuerza en su mano y salió del establecimiento para tomar aire fresco en el balcón que daba con el jardín del lugar. Necesitaba calmarse, debería estar feliz, no amargada y quejándose por...
–Hola– dio un brinco al escuchar una voz extraña. Intentó calmar los latidos de su corazón pero no le sirvió de mucho cuando lanzó una mirada a su lado. Era él.
<<Oh, no>>.
–Debería procurar no entrar de esa manera señor– le dijo con el abanico apretado en su pecho–. El paro cardíaco no se vive muy bien desde la perspectiva de los familiares.
Él soltó una carcajada ronca que abrumó sus sentidos y no de forma desagradable.
<<Estoy perdiendo la cabeza, sin duda>>.
–Lo siento– paró de reír, aunque seguía mirándola con una sonrisa encantadora–, no era mi intención crearle uno señorita...
–Dalia Levine– le tendió su mano y el la atrapó. Sintió que dentro de su piel su sangre burbujeaba.
<< ¿Qué está pasándome?>> trató de no mostrar el pánico en su rostro.
–Gerald Cromwell a su servicio señorita Levine– y con esto dejó un beso en su mano. Sintió que burbujas le recorrieron el cuerpo hasta sus pies. No se dio cuenta que había entreabierto la boca y la cerró de golpe.
Soltó la mano del señor Cromwell y abrió de prisa su abanico para cubrirse parcialmente su cara, recordó donde se encontraba y quien tenía el mismo apellido–. ¿Usted es familiar del señor John?
–Ah, conoce a mi hermano– retiró la mirada de ella hacia el jardín de la gran casa. Todavía era temprano por lo que aún se alcanzaba a ver las flores.
–Es el prometido de mi mejor amiga, claro que lo conozco– soltó en tono brusco.
Lo vio fruncir los labios. La delgada línea en su cara tranquila la asustó.
<< ¿Dije algo malo? Por favor que sea todo menos lo que creo que es>>.
–No me diga que usted tenía sentimientos por...–Cromwell movió la cabeza en su dirección y se llevó la mano derecha al pecho, sobre su corazón.
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Girasoles para Dalia
Historical FictionEn una época indeterminada, cuando los bailes son la única manera de socializar y los vestidos nuevos son indispensables para las madres que buscan que sus hijas se casen; Dalia está esperando que su vida de soltera dure unos años más por el bien de...