El segundo mes en casa de tía Grace terminó tan rápido como llegó. El invierno estaba próximo y quería estar en casa cuando pasara.
Había escrito cuatro cartas para Gerald. En la última su tía la encontró riéndose y con las mejillas rosadas por culpa de un chiste sobre las lluvias recientes, que no habían dejado que las pobres señoritas salir por las calles del condado para mostrar sus vestidos y que las madres de los solteros los sacaran a empujones para encontrarse "casualmente" con ellas.
Su tía le pidió de una manera tan amable que le explicara por qué su florecilla se parecía mucho al color del que su nombre describía, las dalias, que no tuvo de otra más que confesarse.
–Es el hermano del marido de Arienne– empezó–, lo conocí en la fiesta de compromiso de ellos dos.
Su tía levantó la ceja en un arco perfecto gracias al maquillaje que llevaba– ¿Y él te envía cartas?
–Síí– alargó el "sí" más de lo debido.
–Entonces te está cortejando.
–No, no, no– abrió los ojos, horrorizada–, solo somos amigos.
–Tonterías jovencita, las mujeres no pueden tener amigos hombres que sean solteros. Porque me figuro que está soltero, ¿no es así?
<<Ay no. Espero que no le diga nada a madre. Por favor que no le diga nada a madre>>.
–Lo es, pero...
–Entonces definitivamente te está cortejando.
–No– negó con la cabeza, se paró de su asiento–, solo es un amigo y nada más. Por favor, no le diga a mi madre esto. Ella se pondrá a emparejarme con él y no quiero causarle un disgusto.
Grace suspiró–. Florecilla, no te preocupes por disgustar a tu madre, no creo que...
–No hablo de ella. Hablo de él– se volvió a sentar con la vista en el suelo–. No quiero que mi madre empiece a revolotear alrededor de él diciéndole cosas sobre mí para que me saque a bailar más de dos piezas. Así en todas las fiestas que estemos ambos hasta que él se vea obligado a pedirme matrimonio.
Sintió la mano de su tía en la suya y la entrelazó. Levantó la mirada para verla a los ojos. Estaba sonriéndole–. Yo me encargo que eso no pase.
– ¿Gracias?– casi frunció el ceño pero recordó que no podía hacerlo frente a ella. Arrugas innecesarias en la cara, decía siempre.
–Me parece que te preocupas mucho por él más que en tu situación y Daysi, según tú, obligándote a bailar con él hasta el día de tu compromiso.
<<Atrapada. Maldi..., perdón Dios, quería decir, no puede ser>>. Hizo una mueca sin darse cuenta.
–Veo por tu cara que tengo razón. La tía Grace sabe de estas cosas florecilla– soltó un sonido entre una risa y una carcajada –. Tu tío me gustaba mucho pero nunca se lo hice saber a tu abuela, no quería que ella molestara a la familia de él por mi culpa. Pero no pude hacer nada con eso porque mira como terminamos, él aguantando a esta loca que solo quería pasar tejiendo y nada de hijos– sonrió, sus ojos desprendían nostalgia–. Vuelve a tu casa querida, pasa tiempo con él, conócelo, deja que él también te conozca y cuando estés lista puedes decirle a Daysi que haga su trabajo como madre.
Lo pensó unos segundos, la verdad no perdía nada haciendo lo que ella le mandaba. Ya había pasado la parte más difícil para ella, mantener una conversación interesante. También parecía que el realmente estaba interesado en ella. Le daba mucho miedo que ella no fuera suficiente para él ahora que se daba cuenta que Gerald era un todo y más en su vida. Dejó escapar el aire que no sabía que había retenido.
–Gracias tía– se levantó y le soltó la mano para darle un abrazo. Se sentía bien encontrar a alguien que la comprendiera en este mundo tan grande. No se arrepentía de haber insistido a su madre dejarla ir sola a visitar a su tía viuda que apenas había visto en las reuniones familiares ese año.
Decidió que era el momento de regresar y seguir el consejo de tía Grace. Porque en los últimos días se había dado cuenta de algo. Los pétalos de girasol que le enviaba Gerald le había conmovido tanto que estaba segura había logrado renovar su corazón herido.
Y quizá algo más.
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Girasoles para Dalia
Historical FictionEn una época indeterminada, cuando los bailes son la única manera de socializar y los vestidos nuevos son indispensables para las madres que buscan que sus hijas se casen; Dalia está esperando que su vida de soltera dure unos años más por el bien de...