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Todo en la vida de Park Jimin había sido una reverenda mierda.

A sus cortos diez años comprendió que estaba destinado a estar solo, que si había alguien que debía protegerle ese sería el mismo. Porque no podía confiar ciegamente en nadie.

Ni siquiera en sus padres. Mucho menos en ellos.

Tenía dieciséis cuando se unió a una pandilla que fue creciendo con el paso de los años.

A pesar de que al inicio solía recibir palizas y burlas de todos, con su esfuerzo y dedicación se ganó el respeto e incluso el miedo del resto de los miembros en aquel lugar.

Todos temblaban al solo escuchar su nombre. Su jefe lo consideraba el mejor, le daba las mejores misiones, entrenamientos y equipo.

Park Jimin era prácticamente el rey de aquel lugar, y no podía sentirse más feliz por ello pese a llevar mala cara a todos lados.

Aquella vida había logrado causar cambios enormes en la personalidad de Jimin. De ser un niño alegre y risueño pasó a ser un chico serio y con un carácter de los mil demonios, parecía no conocer la paciencia y la palabra empatía estaba muy lejos de ser conocida por el. A menos que se encontrara en su pequeño departamento junto a su hermano menor.

Aquel era el único que podía tener un poco del Jimin antiguo. Aquel que tenía sueños y aspiraciones, que amaba cocinar y pasar la tarde viendo películas infantiles a su lado, sin importar tenerlas casi memorizadas por repetirlas tanto.

Se esforzaba por el. Solo se tenían entre ellos y haría todo lo necesario por darle una buena vida, una mejor que la suya.

Por otro lado Jeon Jungkook la había tenido un poco más fácil.

Su abuelo era el jefe de una de las mafias más conocidas en el continente. Llevaban años trabajando en ello y tenían a su disposición a cientos de políticos, gobernadores e incluso a la policía.

Jungkook creció entre peleas y armas. Fue criado para ser el heredero de aquel imperio.

Y lo odiaba por completo.

No conocía otro estilo de vida así que se resignó a vivir la vida que su padre y abuelo esperaban. Caminando por el mismo camino por el que ellos pasaron anteriormente.

Todo era monótono. Despertar, entrenar, planear misiones o salir a ellas y finalmente volver a dormir. Así había sido desde que tuvo la edad suficiente según su padre y abuelo.

Tenía quince años cuando mató por primera vez y los ojos de aquella chica que se había atrevido a intentar robarles aún aparecían en sus pesadillas. 

Su vida da un giro de 180 grados cuando se enfrentan con una mafia con menos trayectoria que la suya, quienes pretendían adueñarse de parte de su territorio.

Allí lo ve por primera vez.

En aquel enfrentamiento conoció al chico que puso su vida de cabeza, el mismo que volvió su monótona vida en algo más emocionante.

¿Pero qué fin tendría aquello, siendo enemigos?









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Me siento muy emocionada por esta historia.

Hace tiempo quería hacer algo así, no se cómo vaya a resultar pero espero les guste.

Gracias por el apoyooo, les tqm💗



no one else › kookmin au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora